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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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La problemática llamada Alalay

La problemática llamada Alalay
Algo pasa en Cochabamba…Han pasado 10 meses desde aquel 10 de marzo de 2016 en que miles de peces aparecieron muertos a orillas de la laguna Alalay sin que inicialmente se supiera qué había pasado. Hoy, la situación de tal lugar no ha mejorado como se habría esperado de una acción contundente y rápida.

A diferencia de otro tipo de sitios más alejados de la mano de Dios y del hombre, existe en la ciudad de Cochabamba una entidad creada expresamente para el cuidado de la laguna denominada Comité de Recuperación, Mejoramiento y Preservación de la Laguna Alalay (Crempla).

¿Cuánto tiempo tardan los científicos o investigadores en averiguar normalmente qué tipo de organismos microscópicos tóxicos existen en un lugar?, ¿tardan 10 meses? No. Lo cierto es que el 28 de octubre del año pasado, es decir hace dos meses y medio, el biólogo e investigador de la Universidad Católica Boliviana (UCB) Eduardo Morales sugirió a las autoridades del Crempla y de la Alcaldía la restricción del acceso de las personas a la laguna para evitar riesgos. Y propuso que las personas que trabajan en el lugar se protejan con guantes, barbijos y otros para evitar que tengan contacto con el agua y los lodos, porque ahí están las bacterias.

Tal consejo estaba acompañado por datos científicos producto de estudios, no de las ocurrencias de cualquier ciudadano. El 29 de octubre, OPINIÓN publicó al respecto: “El biólogo (Morales) indicó que en el espejo de agua no solamente vive la Arthrospira fusiformis, a la que se atribuyó la mortandad de peces, sino también otras dos cianobacterias que surgieron en mayo. Son las denominadas Anabaenopsis milleri y Aphanocapsasp, ambas también de tipo tóxico. Según el investigador, estas tres bacterias tienen toxinas denominadas hepatotoxinas que afectan a los órganos como el hígado, el páncreas, riñones, vejiga e intestinos. Indicó que uno de los daños más severos puede darse en el hígado, ya que las bacterias cuando entran al cuerpo comienzan a abrir espacios entre los tejidos de este órgano e impiden una buena circulación de sangre, entonces provoca un shock hipovolémico, es decir, una hemorragia severa”.

Tomando en cuenta que esa información fue conocida en octubre, la pregunta del millón de hoy es cuánto tiempo se necesita para reaccionar. ¿Cuánto tiempo más necesita el Crempla para hacer su trabajo? Lo cierto es que, como es natural, a ninguno de esa instancia le gusta que se hable mal de su trabajo y menos que se haga notar lo poco que hicieron.

Por ello, el último martes el biólogo Morales dijo en su columna de opinión de este periódico: “Con este análisis (sobre cuán escasa es la investigación en Bolivia), buscaba la razón para que no se tome en cuenta la información científica relacionada con la laguna Alalay y para lo tardío de las reacciones de autoridades, quienes ahora hasta donan su aguinaldo para realizar experimentos que llevan un retraso de 10 meses. Resulta que detrás del circo hay un problema incrustado en la cultura misma: la información no es importante a menos que nos sintamos obligados a darle importancia. Pero en el caso Alalay, ni siquiera síntomas adversos en niños y adultos, bloqueos viales, ni la presión de los medios han revertido las estadísticas. Y esto a pesar de que, tanto autoridades como técnicos, han sido elegidos y contratados para cumplir una función que les obliga a mantenerse informados y a hacer uso apropiado de datos pertinentes a su labor, más aún cuando esa información les ha sido expresamente dirigida desde los centros de investigación. Entonces… ¿simple negligencia?”.

Por ello, lo menos que se puede decir en este caso es que llama la atención que se haya actuado con tanta lentitud para enfrentar problemática tan grave.