Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 16:15

Dinosaurio

No pasan muchos días de los abrazos y los buenos deseos de convivir en armonía, paz y esperanza; tempranamente, al día siguiente despertamos a espectar la gran mascarada, repleta de mentiras y falsas ilusiones, nada ha cambiado y quizás esa sea tan solo la antesala de lo que seguirá ocurriendo este año y los otros que vendrán, si continúa el poder político actual perpetuándose en el poder, cuya divisa de cambio en democracia, es una vil patraña ya que nadie cambia y se puede cruzar un río mil veces. En efecto, se inaugura el nuevo año y la realidad nos golpea con su inmensidad de engaños, desilusiones y las consabidas tramoyas que se arman, no solo por los del entorno palaciego; sino por los mismos primeros protagonistas del escarnio. Con la bullanguería que le es habitual al régimen, anuncia una transformación en la administración de la justicia, porque esta se halla podrida en su raíz, para llegar al Edén proponen un endurecimiento de penas, espionaje y control policial a jueces y magistrados y exigencias de carácter administrativo procesal, como la obligatoriedad de no suspensión de audiencias, todo ello, debe realizarse previa una convocatoria de reforma constitucional que posibilite la inclusión de la pena de prisión perpetua a violadores de niños. Primero la carreta, después los bueyes, dirán los inocentes bien pensados, cuando la realidad es tan evidente y tan anunciada.

No es falso que la responsabilidad de la hecatombe de la justicia sea responsabilidad de este Gobierno. Ya se sabe cómo amañadamente se aprobó la actual Constitución Política del Estado Plurinacional; si, nada menos que un cuartel y que ella, entre otros disparates establece la elección de los magistrados mediante voto popular, echando por tierra todo principio lógico y racional y olvidando que el ejercicio de las magistraturas judiciales no es cuestión de votos, ni de consigna política y menos aún de atavíos folclóricas heredados del oprobioso pasado colonial, pero que bien vale la pena mantenerlos para efectos demagógicos. No obstante que la voluntad popular fue un rotundo e innegable NO al sistema, pudo más la prepotencia gubernamental y consagro a los perdidosos como ganadores rotundos. Luego ya lo sabemos, aquellos de poncho y sombrero, tiñeron de indignidad e ineficacia la justicia, de la que hicieron un festín que nos llevó al colapso, como lo reconocieron Presidente y Vicepresidente del Estado, no obstante ello, ni una palabra para cambiar el absurdo sistema de elección y menos para modificar el precepto constitucional, que avala que semi letrados sean designados en cargos de tanta responsabilidad.

Los otros bien pensados, pero no incautos, saben que la convocatoria a reforma constitucional no solo contendrá el punto referido a la cadena perpetua, en tal consulta estará incluida, ni duda cabe, el desconocimiento de la alternabilidad política, credo y razón de ser de la democracia y del Estado de Derecho y en consecuencia consagrará el sistema totalitario de la perpetuación en el poder. Las generaciones futuras repetirán sin cesar el micro cuento de Monterroso: “Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.