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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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El árbol de la vida

El árbol de la vida
El molle también es conocido como árbol de la vida, falso pimentero, aguaribay y anacahuita. Se lo puede ver en Bolivia, Perú, Uruguay, Argentina, Brasil y últimamente en Estados Unidos, Europa, África y hasta Australia porque no solo es ornamental, sino que posee una gran variedad de propiedades medicinales. Se lo usa como cicatrizante, analgésico, contra la retención urinaria y hasta para la bronquitis.

Por esas y otras ventajas que ofrece el árbol de la vida es que el molle tiene una ley que lo protege en Bolivia desde el 22 de octubre de 1991 que en sus dos artículos indica: Declárase al Molle (nombre científico) Schinus Molle, el Arbol Símbolo de los Valles Interandinos de Bolivia. Queda prohibida para cualquier fin la tala de Molle de los Valles Bolivianos.

A pesar de ello, en Cochabamba se presencia el atropello continuo de esta ley porque con uno y otro motivo, se cortan molles cuya antigüedad sobrepasa los 50 años, no dato menor considerando que este tipo de árbol crece muy lentamente, tanto que en cinco años apenas ha logrado crecer el equivalente a una rama según los expertos.

En junio del año pasado, Nicolaus Andreas Hartmann Froehle denunció mediante carta dirigida al Alcalde de Colcapirhua la tala de molles en la Avenida Dorbinic (también conocida como Avenida Panamericana). Adjuntó fotos y hasta las georreferencias de los lugares de tala (17°23´15.0"S 66°15´04.0"W / 17°23´13.4"S 66°15´09.8"W).

Sin embargo, a la hora de responder por quién o quiénes ordenan las talas y los motivos de las mismas, los argumentos y justificativos están a la orden del día. En el último caso visto por Opinión, las construcciones que se levantan para los Juegos Suramericanos 2018 son el motivo y como estos son tan importantes, el Gobierno en lo último que está pensando es en los molles, por lo menos así lo dio a entender el ministro de Deportes, Tito Rolando Montaño Rivera, quien dijo: “Por dos molles no voy a poner en riesgo los Juegos (Suramericanos 2018)”. Sucedió después de que él se enteró de la denuncia de la tala de seis molles en el Complejo Petrolero, donde se construirá un estadio de atletismo para la competencia internacional que se realizará en Cochabamba.

Lo que queda claro después de estas declaraciones es que como país no tenemos aún muy claras nuestras prioridades y qué papel juegan en la misma los componentes centrales de la naturaleza que son los que al final del día, del año y de la década nos permiten respirar, tener acceso al agua, no tener problemas con riadas y demás o, en palabras más claras: cuál es el lugar que le damos a todo aquello de lo que dependerá nuestra existencia misma.

Siempre se hizo lo que se quiso con la naturaleza, tal vez porque ella no puede gritar, hacer bloqueos ni acusar a nadie. En el caso de los molles, el presidente del Foro Cochabambino del Medio Ambiente (Focomade), Jhon Zambrana, explicó que la tala de esta especie genera daños ambientales y, además, no es cuestión de decir que rápidamente se la sustituirá porque “solo una ramita de tres metros tarda cinco años en crecer. Por la edad de los árboles que fueron talados, se convierten automáticamente en representativos y deberían ser protegidos”.

Apurados como vivimos tratando de acumular a como dé lugar fama y dinero, la naturaleza se ha convertido en un escollo o con suerte un dolor de cabeza para quienes deben acabar con ella para levantar más megaobras.

Ejemplos de talas abundan y no solo en Cochabamba. Se podría escribir libros al respecto; sin embargo, como ciudadanos nos toca exigir que las leyes se cumplan y que las autoridades sean, en ese sentido, coherentes no solo con la normativa, sino con el presente y futuro de las poblaciones.