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  • Diario Digital | jueves, 18 de abril de 2024
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La macrieconomía

La macrieconomía
Como en muchas otras etapas de su vida económica, la Argentina no tiene buenas macro ni microeconomías, pero luce una espléndida macrieconomía. Dicen que la macro no funciona porque no tuvimos la suerte que tuvo Isabel I de Inglaterra, cuando con un estado casi quebrado recibió, según Keynes, una herencia fabulosa, la que le proporcionó el corsario (o pirata real) Sir Francis Drake en 1580 al apoderarse en su Golden Hind del fabuloso botín que representaba el atraco de cuantiosos tesoros de navíos españoles que venían de América. La reina, una importante accionaria en el sindicato que había financiado esa expedición, devolvió la totalidad de la deuda externa británica de entonces al más puro estilo kirchnerista; equilibró su presupuesto, que es lo que pretende Macri; y todavía dispuso de un beneficio de 40 mil libras esterlinas que colocó en distintas compañías como la del Levante o creando otras como la Compañía de Indias Orientales. Según Keynes fueron los beneficios realizados por estas grandes empresas los que sirvieron de base a todas las inversiones británicas en el exterior de allí en adelante. De modo tal, calculó el gran economista, que el crecimiento de ese capital de 40 mil libras a una tasa del 3.25 por ciento de interés anual compuesto, le proporcionó a las pobres islas británicas la base necesaria para transformarlas en un imperio, con 4 mil millones de libras colocadas en el exterior en 1930. Es decir que cada libra esterlina obtenida por Drake en 1580 representaba entonces 100 mil libras. Estos fueron los milagros del capitalismo que los derrochones españoles, de quienes descienden nuestros países no supieron aprovechar. Los fugaron rápidamente a Europa descontados los robos ingleses (aun sobraba mucho oro de las Américas) y terminaron gastándolos sobre todo en la pujante Inglaterra, que con esa herencia financió su revolución industrial.

Vaya historia. En nuestro caso los sucesivos gobiernos (y el actual lo proclama) recibieron una herencia económica negativa, incluso el de Néstor Kirchner, pero con las políticas neoliberales los indicadores macro no funcionan desde hace un año, se incrementó de nuevo la deuda externa, como para parecerse más a los países poderosos que nos superaban en eso, cayó el PIB y los índices inflacionarios subieron, así como la desocupación y la pobreza. El consumo se achicó y la demanda interna dejó de ser el motor que era pero, extrañamente, en una economía que volvió a liberar todos sus controles, las inversiones en vez de crecer decrecieron. Ni qué hablar de la microeconomía con miles de empresas quebradas, mientras que las corporaciones que ahora son gobierno no han conseguido enderezar por sí mismas su propia situación financiera y productiva. En cambio, como una herencia de nuestro antiguo imperio colonial, las grandes ganancias existieron vía la redistribución de tributos a esas multinacionales, a la agroexportación y a otros intereses y rápidamente se trasladaron al exterior, a los paraísos caribeños, panameños o europeos o a las filiales corporativas externas (sin necesidad de ir tan lejos, se les podría pedir a los amigos británicos hacer un nuevo Hong Kong en las islas Malvinas). 

De modo que por la herencia de redistribución y derroche recibida en el 2016, pasaremos un 2017 de ajuste supervisado por el FMI. Entonces volvemos a recuerdos recientes muy desapacibles. Es cierto que no todo fue negativo, tuvimos la suerte de librarnos de los fondos buitre, unos simples estafadores, para conseguir más deuda con otros estafadores y así en continuado siguiendo la pirámide de Ponzi.