Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 19:22

Nosotros, los descartables

Nosotros, los descartables
Escribo hoy esta carta con desaliento. Y digo carta porque no hay forma más categórica de llegar a las personas y de expresar los sentimientos. Porque quien la recibe cree que es un electrocardiograma de la ausencia. Sí, ausencia de sentirse apreciado, y es que nosotros, los descartables y a veces invisibles también, vivimos y también sentimos.

Hace algunos días escuché una conversación de adultos mayores. Con angustia, decían: “Los hombres debían graduarse de seres humanos al cumplir 70 años. La culpa del abandono, maltrato y violencia la tienen la globalización, el capitalismo, porque nuestros hijos tienen que trabajar fuerte y no tienen tiempo para los abuelos. El internet tiene la culpa de esta soledad, pues nadie se comunica con nosotros, tampoco nos consultan nada”. Qué paradoja.

¿Cómo vive el adulto mayor? Hay muchas categorizaciones. Algunos tienen muchas oportunidades, tienen familia, cariño. Otros son los intelectuales, ellos nunca están definitivamente jubilados, pues al conservar una actitud y actividad mental se mantienen activos y pueden escapar al pesado determinismo de la edad. Están también los que se rajaron, los jubilados que luchan por mantener su ingresito. También están los ninguneados, los que viven de las manipulaciones del Estado, pero viven al fin. Ellos no pierden nada porque no tienen nada, ni siquiera lentes para poder ver mejor. Y están los ancianos de los asilos que esperan las visitas, puede ser de sus hijos o de la muerte, da lo mismo.

La relación con la vejez no varía en las sociedades occidentales. Todas son severas con los ancianos, la sociedad moderna solo posterga los plazos. Una persona de edad avanzada y en buena forma física impresiona, pero solo por un tiempo. Pocos tienen el privilegio de viajar, escribir, reflexionar, actividades que dilatan el tiempo. Cuando uno se interroga sobre el tiempo, no es para saber lo que nos pasa, sino lo que uno es. “Pero, si envejezco es porque vivo”. ¿Siempre estará presente el acontecimiento inevitable de la muerte?

Ahora que estoy en la tercera edad (la mal llamada tercera edad, porque al paso que vamos será cuarta o quinta), comencé a reflexionar sobre cómo es vivirla desde la exclusión. Yo tengo el privilegio de no sentirme excluida, vaya a saber por qué, estoy bien posesionada de mi edad. ¿Que cómo miramos la vejez? No aparentar la edad es un ideal. Vivir según la propia edad es vivir una fatalidad, una suerte de tragedia. Vivir según el tiempo es, simplemente, vivir, porque es flexible. La tercera edad expresa sensibilidad hacia la misma. Esta sensibilidad se vive de acuerdo a un código de comportamiento, de las expresiones corporales y básicamente de la construcción del sentido de la vejez. Existen por supuesto nuevos modelos, donde lo tradicional categóricamente es arcaico. Sí, la vejez es arcaica.

Una forma de vivir plena e idealmente es vivir fuera de todo estigma de la edad. A los viejos nos descartan muy pronto. Si bien el envejecimiento es una realidad física, sin embargo, la edad es una construcción social y cultural. Al igual que las sociedades sin clases, se podría definir la sociedad sin edades como otra utopía, empero a esta utopía es posible y necesario aproximarse.