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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Trump y la guerra

Trump y la guerra
El presidente electo estadounidense, Donald Trump, está frente a una disyuntiva histórica: ayudar a enfriar los ánimos belicosos entre israelíes y palestinos o echar más leña al fuego en un nuevo capítulo de la crisis de Medio Oriente que lleva décadas sin que haya espacios para un diálogo serio de paz.

La decisión está en manos de Trump, sobre todo después de que el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) condenara y declarara ilegal la política de asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este, en territorio palestino. Israel acusa de traición a su tradicional aliado, Estados Unidos, que se abstuvo en la votación. Los otros 14 países votaron contra la colonización.

Israel reaccionó con molestia, pero sabe que después del 20 de enero próximo, la Casa Blanca tendrá un nuevo ocupante, que reemplazará a Barack Obama, y está seguro de que ese cambio de timonel le devolverá el respaldo estadounidense y las cosas seguirán como antes.

Ese voto de abstención supone un intento de Obama de esquivar las críticas hacia sus gestiones en la intermediación de conflictos, sobre todo en el palestino-israelí, en el que las fuerzas no son nada equilibradas.

Si bien Trump todavía debe esperar unas semanas para empezar a gobernar, ya empezó a mover sus fichas: le pidió a Obama vetar la resolución del Consejo de Seguridad y logró convencer a Egipto, impulsor del texto, para postergar la votación. Pero no contaba con que otros miembros del Consejo: Malasia, Nueva Zelanda, Senegal y Venezuela decidieran ponerlo en agenda y lograr su aprobación.

Pero, además hay otro detalle: se actuó con cierta celeridad porque en el Parlamento judío se discutía un anteproyecto para la legalización retroactiva de las colonias en Cisjordania.

De nada valieron las explicaciones estadounidenses acerca de su postura que reclama el fin de los asentamientos. Israel está convencido de que Obama, del Partido Demócrata, es el cerebro de la resolución, pero además, pidió explicaciones a los embajadores de Senegal y Nueva Zelanda por el accionar de sus representantes. También advirtió con el recorte de su apoyo a instituciones de la ONU.

Medios de comunicación internacionales describen las condiciones que deberían presentarse para poner fin al conflicto.

Ambas partes deberían renunciar a la violencia y alcanzar acuerdos relacionados con las fronteras, las colonias judías y el problema de los refugiados. Unos y otros tendrían que reconocer la existencia de un Estado de Israel como también de un Estado palestino. Otro asunto por resolver es el bloqueo a Gaza (donde se asienta el grupo armado Hamas) y las restricciones en Cisjordania y Jerusalén.

Precisamente el tema de Jerusalén es uno de los más espinosos por el significado simbólico que se le asigna. Los palestinos exigen el control de la parte oriental de la capital, pero los judíos, que la ocupan desde 1967, se niegan a dar concesión alguna.

En los últimos años, la crisis palestino-israelí prácticamente ha desaparecido de la agenda mediática, pero sin duda puede retomar actualidad en la medida en que el próximo Presidente de EEUU empiece a tomar decisiones. Bueno, ya lo hizo al afirmar que después de su posesión van a cambiar las cosas en la ONU.

En una decisión que puede ser interpretada como respaldo a los judíos, Trump invitó al abogado David Friedman para hacerse cargo de la Embajada de EEUU en Israel. Se trata del hijo de un hombre que apoya a los colonos y rechaza las ideas independentistas palestinas.

Donald Trump tiene la sartén por el mango. Ojalá comprendiera que el mundo está cansado de tantas guerras alimentadas por la ambición, el odio y la venganza.