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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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La banca en 2016

La banca en 2016
A principios de año, decíamos que la banca tenía varios desafíos para hacer frente a los retos y oportunidades de la presente gestión: lograr un crecimiento equilibrado y rentable, tomando en cuenta la fijación de tasas y metas de cartera productiva; ajustarse los cinturones para lograr una mayor eficiencia operativa; iniciar y gestionar programas de innovación que permitan seguir creciendo; gestionar mejor los datos e información de clientes para ir hacia una banca del conocimiento y de mejor servicio; gestionar integralmente los riesgos para mantener la calidad sin descuidar la rapidez de respuesta al cliente; diversificar el riesgo país en la internacionalización de negocios; gestionar mejor y promover la venta cruzada en los grupos financieros; y, finalmente, generar programas de desempeño social para mostrar la cara social de los bancos.

Los bancos han asumido un comportamiento proactivo para cambiar sus modelos de negocio. Han lanzado varios programas y campañas comunicando al mercado su intención de convertirse en bancos digitales con todos los beneficios, para ofrecer una atención única a sus clientes en sus diferentes canales de atención; hacer más eficientes sus operaciones para bajar costos, implementando fábricas de créditos, cambiando y potenciando sus plataformas informáticas y acercándose a las empresas financieras tecnológicas (fintech), haciendo alianzas para optimizar la atención de clientes y ampliar sus niveles de ingreso. Para lograr sus metas de cartera productiva y vivienda social, los bancos han tenido que bajar sus tasas y, para compensar, han sido muy agresivos en créditos al sector pyme y microfinanzas, además de haber profundizado el crédito de consumo y tarjetas de crédito. También la fusión por absorción del banco Los Andes al banco Mercantil Santa Cruz ha sido una estrategia en búsqueda de mayor eficiencia y crecimiento en el mercado. En ese afán de crecer, los bancos múltiples y pyme han empezado a competir en todos los segmentos del mercado, e incluso han llegado a clientes de las IFD que, a su vez, han obtenido la licencia de funcionamiento y pretenden captar recursos del público para hacer frente a un mercado que ha dejado de crecer al ritmo de antes.

Pese a estos esfuerzos, según cifras a octubre, se nota el impacto en la banca. Esto marca las tendencias al cierre de fin de año por un menor nivel de depósitos, que solo han crecido un 1.2 por ciento debido a un menor ingreso de las exportaciones y un menor gasto del Gobierno. Un crecimiento de la cartera de solo 13 por ciento afecta porque hay una menor actividad económica por un menor incentivo de colocación a las empresas de servicios y comercio, y porque las pymes y varias microempresas informales han dejado el sistema financiero. Hay un incremento de la mora y de cartera reprogramada que está incomodando al crecimiento y que está limitando una mayor rentabilidad en los bancos por mayores niveles de previsiones. Hay un menor número de prestatarios, solo 25.000 frente a 150.000 de otras gestiones, efecto del menor nivel ingresos en empresas y personas que, por prudencia, evitan contraer pasivos. Hay una menor rentabilidad, efecto del menor nivel de ingresos por cartera (efecto de menores tasas activas y menor volumen de cartera), mayor contribución fiscal y mayores previsiones para cartera en mora y reprogramada.

El 2016 se puede calificar como un año de inflexión en la banca, marcada por un mercado que ha dejado de crecer a niveles anteriores, tanto en cartera como depósitos; el mercado es muy competitivo, hay menores utilidades y un deterioro de la cartera.