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Discurso herido de muerte

Discurso herido de muerte
El 22 de enero de 2006, Evo Morales empezó a saborear el agridulce del poder de una Presidencia con decisiones a tomar, viajes por hacer, planes para levantar y un séquito de alabadores. Desde ese sitial endulzó los oídos de los bolivianos al decir que gobernaría escuchando al pueblo e, incluso, pidió que se lo controlara. “También quiero decirles, con mucho respeto a nuestras autoridades originarias, a nuestras organizaciones, a nuestros amautas, a controlarme, si no puedo avanzar empújenme ustedes, hermanas y hermanos”.

Y es que aceptaba la posibilidad de equivocarse. “A corregirme permanentemente, es posible que pueda equivocarme, puedo equivocarme, podemos equivocarnos, pero jamás traicionar la lucha del pueblo boliviano y la lucha de la liberación de los pueblos de Latinoamérica”.

Si bien su reivindicación siempre estuvo orientada hacia los indígenas discriminados durante siglos, dio, al principio, cabida a todos los demás habitantes de Bolivia. “Respetamos, admiramos muchísimo a todos los sectores, sean profesionales o no profesionales, intelectuales y no intelectuales, empresarios y no empresarios. Todos tenemos derecho a vivir en esta vida, en esta tierra, y este resultado de las elecciones nacionales es, justamente, la combinación de la conciencia social con la capacidad profesional. Ahí pueden ver que el movimiento indígena originario no es excluyente. Ojalá, ojalá otros señores también aprendan de nosotros”.

Reconocía, además, que el triunfo se lo habían dado quienes votaron en las urnas por él. “El triunfo del 18 de diciembre no es el triunfo de Evo Morales, es el triunfo de todos los bolivianos, es el triunfo de la democracia, es el triunfo, como una excepción, de una revolución democrática y cultural en Bolivia”.

Durante años, mantuvo gran parte del discurso inicial. En noviembre de 2013, en un acto en San Ignacio de Moxos, aseguró: “La única forma de gobernar bien para el pueblo es escuchando al pueblo, atendiendo las demandas y no trayendo asesores norteamericanos y europeos para sus planes de gobierno”.

Sus palabras, al cumplir 10 años en el poder el 22 de enero de 2016, volvieron a tocar estos temas en su informe ante la Asamblea Legislativa Plurinacional Morales, al indicar que el apoyo y el contacto con los movimientos sociales son muy importantes. Reveló que programó 5.546 audiencias con sus representantes, mientras sus antecesores "59 audiencias en 20 años". Aseguró que solo le faltaba visitar cinco de los 339 municipios de Bolivia.

El Presidente también informó que desde 2006 realizó 4.625 viajes nacionales, casi siempre para entregar obras, y 178 viajes a 46 países de los cinco continentes. Y entre el 2006 y 2015 garantizó recursos para la ejecución de 6.475 obras con una inversión de 9.860 millones de bolivianos financiados por el programa Bolivia cambia, Evo cumple. Son 19 proyectos en promedio por municipio y, del número total de obras, 2.808 fueron infraestructuras para educación y 1.509 para deportes.

Sin embargo, el 21 de febrero de este año, ese pueblo al que dijo que escucharía votó en un 51.3 por ciento por el “no” a cambios en la Constitución para permitir su reelección a la Presidencia. Este hecho hirió mortalmente el hilo conductor del discurso presidencial porque cómo se podría gobernar hacia delante y encima pretender volver a postularse si la población le dijo “no” al Presidente en las urnas.

Aparentemente, la solución o parche a este quiebre viene dado por el discurso de que el pueblo fue confundido por una campaña mediática del denominado “Cártel de la Mentira” que habría torcido la verdadera intención del pueblo al que Morales juró escuchar. A partir de este razonamiento, el Primer Mandatario está tratando de reorganizarse discursivamente; pero el problema es que para que sus actuales y futuros discursos sean creíbles necesita una correspondencia entre estos y la realidad, y esta última está, en este momento, marcada por ese 51.3 por ciento que le dijo “no”.