Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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RADICAL LIBRE

Manifiesto del agua

Manifiesto del agua
Soy aquello que los humanos llaman agua. Sus cuerpos son 70 por ciento agua. La superficie del planeta está compuesta también en un 70 por ciento por agua. Un ser humano, en promedio, no puede vivir más de cinco días sin agua. Por consiguiente, mi presencia es abrumadora y mi existencia es imprescindible. Sin embargo, solo soy importante cuando escaseo. Gran parte de la humanidad no sabe cómo cuidarme, de dónde vengo, cómo consumirme sin depredarme. ¿A qué se deberá esta inconsciencia?
Las dos consecuencias de esa inconsciencia son la pérdida de biodiversidad y la degradación de todos los ecosistemas y, por consiguiente, yo, el agua, estoy agonizando por contaminación y por mi cada vez más difícil reproducción. Los humanos ya saben que el límite de seguridad en la pérdida de biodiversidad es de alrededor de 10 por ciento . Ya se ha superado ese límite, el reciclaje ecológico de la cadena alimentaria ha ingresado a una caída sin retorno y la sostenibilidad humana inicia el antropoceno: ese momento terrible cuando los humanos rompen el ciclo natural del planeta

La gente sigue creyendo que los recursos renovables somos naturalmente renovables. Eso fue así hasta algunos años atrás. Ahora yo, el agua, y mis hermanos tierra y aire, ya no podemos renovarnos solos. Este es el momento, hoy, no mañana, en el que el modelo de acumulación permanente debe cambiar. Los humanos deben sustituir su obsesión con el crecimiento, con el consumo, con el derroche, por la pasión ecológica. Hoy solo el 15 por ciento de la superficie del planeta son áreas protegidas. Eso es insuficiente. No revierte ni la contaminación del aire ni la pérdida de agua ni la desertización de la tierra

En Bolivia, el Estado promueve el extractivismo. La minería, las energías fósiles y nucleares, la deforestación, el chaqueo indiscriminado. Una urbanización sin medida ni clemencia con nosotros que, encima, está dirigida por gestores que repiten de memoria eso de los derechos de la naturaleza, pero que ni siquiera han mirado de reojo esa palabra incomprensible, antropoceno. Un triunvirato de dirigentes que saquean todo lo que pueden y lo que no pueden lo ensucian con esa verborragia tan ignorante de que no son guardabosques y la hipocresía de que no saben nada. Dirigentes que usan la plata de todos los bolivianos (20 por ciento del presupuesto) para el culto a la personalidad del Presidente cocalero y apenas 6 por ciento para el Ministerio de medioambiente y aguas. Aquello a lo que se comprometieron (“proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua, incluidos los bosques, las montañas, los humedales, los ríos, los acuíferos y los lagos”) lo traicionan cada día: vendepatrias.