Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 16:48

Culturas en Movimiento, un repaso inicial

Culturas en Movimiento, un repaso inicial
Con un manto de propuestas zurcidas para convertirse en esbozo de lineamientos de políticas culturales, las hebras de articulación ciudadana se convirtieron en puntadas alrededor de siete piezas que desarrollaron el ropaje necesario para pensar —desde aquí y ahora— la posibilidad de fortalecer la institucionalidad cultural del país.

Permítaseme esta autoreferencia, aun sea de un ámbito colectivo. La prensa imprimió tan poca cobertura que valga este valioso rincón para señalar su paso. Las Culturas en Movimiento dejaron una nueva huella, congregando a más de 200 cultores y gestores culturales del país. Por segunda vez, este encuentro deja de ser solo eso y refuerza la articulación ciudadana, e inscribe un programa que, ante un panorama contextual muy similar al de su primera versión, da horma a un ideario que se reconoce y del que se rehúye permanentemente. En su formato congresal dejó un marco de resoluciones que imprimen las características por las que el camino estatal debiera andar para realizar su intervención cultural.

En su intimidad de discusiones no faltó la intención de definir lo indefinible: qué es cultura y qué es arte, siendo que, si se tratase del segundo concepto, la complejidad del tratamiento discursivo en las mesas de trabajo y sus líneas de acción serían resueltas no sin mayor dificultad, pero con mayor concreción. El antropólogo Javier Romero, con un provocativo texto inaugural, cultivó la duda seminal, refiriéndose al colectivo de Títeres Elwaky —a la par de ejemplificarlo a la altura de Luzmila Carpio o Alfredo Domínguez—: “Será que a ellos les interesa que los llamen artistas. (…) A ellos les interesa más la transformación de la realidad (...) Descolonizar la cultura pasa, entonces, por descolonizar también la idea de ‘arte”.

Su resultado es un ropaje hilvanado con largas puntadas. Es tarea colectiva afinar su costura y seguir apostando por la incidencia para que quien vista las prendas tenga la corpulencia institucional para que estas le ciñan el torso y no le queden demasiado sueltas o sea solo un espectro, como se proyecta lo cultural en la Agenda 2025. Y este cuerpo institucional no puede corporeizarse si no se alimenta de la inyección necesaria de recursos financieros. El Ministro de Culturas y Turismo lanzó una propuesta de concursabilidad de los fondos y, en su exposición sobre el estado de situación de la Ley Marco de Culturas, se dio el lujo de afirmar que, cuando le preguntaban para qué se exigía el 1 por ciento, respondía sincera e ingenuamente: “Pucha, no sé”.