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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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LA ÉPICA CAMPAÑA DEL CHAPECOENSE

El “Huracán” que arrasó sin nombres, pero con corazón

El “Huracán” que arrasó sin nombres, pero con corazón





El equipo brasileño de la ciudad de Chapecó pretendía coronar la imparable epopeya que le llevó a escalar, en solo siete años, de la cuarta división de su país a la final de la Sudamericana.

La historia del fútbol sudamericano y mundial le tenía reservado un lugar de privilegio al Chapecoense. Un lugar que conquistó, como bien reza su lema, “sin grandes nombres, pero con mucho corazón”. Esa es hoy una certidumbre que, hace solo siete años, pocos se habrían animado siquiera a sugerir. Fue 2009 el “Annus mirabilis” en que comenzó el despegue imparable del equipo de fútbol de Chapecó, una ciudad brasileña de 200 mil habitantes, distante a 500 kilómetros al oeste de Florianópolis, la capital del sureño estado de Santa Catarina.

Bautizado por su hinchada como el “Huracán del Oeste”, el club fundado en 1973 era apenas conocido en su ciudad natal y en otras vecinas. Sin embargo, su llegada a la cuarta división del fútbol brasileño abonó el terreno para un ascenso meteórico, que lo llevó a debutar en el Brasileirao en 2014 y lo catapultó en la Copa Sudamericana al año siguiente. El suyo parecía un nombre condenado al olvido. No estaba para ser pronunciado más que unas cuantas veces por los relatores de partidos; ni pensar en memorizarlo. Era el equipo chico de un país -futbolísticamente- grande. Un equipo sin nombres ni laureles jugando el segundo torneo más importante del continente, en el que, contra todo pronóstico, llegó a cuartos de final y estuvo a poco de despachar a uno de los monstruos de la región, River Plate.

La epopeya del Chapecoense pudo quedarse ahí, en el anecdotario. Pero, no. En la edición de la Sudamericana de este año, el cuadro confirmó que estaba destinado a seguir haciendo historia. Inscribía su nombre a lado de esos “eternos perdedores” que, como Cienciano (Perú) o Liga de Quito (Ecuador), se agrandan y hacen milagros en los torneos continentales.

Tras un farragoso comienzo ante el muy modesto Cuiabá, asumió su papel de David del balompié suramericano y se deshizo, uno a uno, de los Goliats que se le plantaron enfrente: Independendiente de Avellaneda en octavos, el Junior de Barranquilla en cuartos y San Lorenzo de Almagro en semis. Solo le quedaba un rival para completar el milagro y alcanzar la gloria: el Atlético Nacional de Medellín, actual campeón de la Libertadores, ante el que debería jugar la primera final hoy en campo colombiano. Sin embargo, se interpuso la tragedia. Y ella privó al técnico Caio Junior de coronar su perserverancia. Al veterano capitán Cleber Santana, de modelar aún más su templanza. Al portero Danilo, de tapiar por completo su reducto. Al delantero Bruno Rangel, de aguzar sin límites su olfato. A ellos y a otros 20 jugadores que murieron, pero también a los tres que sobrevivieron al accidente aéreo cerca de Medellín (Antioquia, Colombia), los privó del pelear por el título de la Sudamericana. Los privó de ganar el campeonato, sí, pero no así de consagrar su gesta con un lugar de privilegio en la historia del fútbol.

Dijo alguna vez Sócrates -el brasileño, no el griego; el futbolista y también sabio- que el fútbol había que jugarlo no para ganar, sino para que a uno no lo olviden. Y del Chapecoense, el equipo chico que impuso el corazón ahí donde imperan los nombres, difícilmente se olvidará el mundo del fútbol.

Apuntes

Accidente

El mundo del fútbol amaneció ayer consternado por la muerte de 71 de los 77 ocupantes del avión de la empresa boliviana LaMia, fletado por el equipo de fútbol brasileño Chapecoense. La tragedia se produjo a pocos kilómetros de la ciudad colombiana de Medellín, donde debía jugar el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana ante el Atlético Nacional.

Ascenso

El Chapecoense es un equipo modesto y desconocido del interior de Brasil que logró una ascensión meteórica de la cuarta a la primera división menos de seis años. Su éxito fue el resultado de una gestión correcta, sin grandes inversiones y sin ir más allá de sus posibilidades.

Ciudad

El equipo ha contado con el apoyo del ayuntamiento y de la fuerte industria de embutidos de la importante ciudad de Chapecó, perteneciente al estado de Santa Catarina. A pesar de ser solo la quinta urbe más grande del estado, Chapecó es uno de los polos de agronegocio más importantes de Brasil.