Datos de la OIT revelan que España es ¨Campeona¨ mundial en empleo temporal
09 de octubre de 2016 (20:01 h.)
La precariedad laboral avanza en todo el mundo a través de lo que la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) denomina “empleos
atípicos”. Es decir, contratos temporales, a tiempo parcial
involuntarios, la subcontratación o los autónomos dependientes (obtienen
más del 75 por ciento de sus ingresos de un sólo proveedor). Unas formas de
empleo que se caracterizan por una peor calidad y menores ingresos. Y en
este escenario España ocupa un lugar preocupantemente destacado al ser
el segundo país de Europa con una tasa de temporalidad más alta (25 por ciento ),
sólo superado por Polonia. De hecho, la cifra de España supone más del
doble que la media de los 150 países analizados por la OIT.
El
informe “El empleo atípico en el mundo: retos y perspectivas” publicado
este lunes, alerta de que las personas con un contrato temporal pueden
estar sujetas a desventajas salariales de hasta el 30 por ciento si se compara con
los trabajadores indefinidos en un puesto similar. De hecho, la brecha
salarial entre un temporal y un trabajador fijo ascendía a 775 euros
brutos al mes en 2015 en España, una diferencia que ha crecido más de un
30 por ciento durante la crisis, según los datos de salarios publicados por el
INE España la pasada semana.
En ese sentido, el estudio de la
OIT destaca que en España existe una “fuerte cultura empresarial” del
uso del contrato temporal, y lamenta que a pesar de las diferentes
reformas que se han hecho para poder restringirlo, “la desregulación
existente durante años provoca reticencias de los empresarios al
contrato indefinido”.
De hecho, el informe compara la situación
de España con la de Noruega. Así con datos de 2010, un 16,2 por ciento de las
empresas españolas reconocen que utilizan trabajadores temporales de
forma intensa, frente a un exiguo 1,8 por ciento de compañías noruegas. Un 35,4 por ciento
de las sociedades españolas recurren de forma regular a estos contratos
eventuales (8,5 por ciento en Noruega). Por último, el 48 por ciento de las empresas
españolas afirman no haber utilizado este tipo de empleos temporales,
frente al 89,7 por ciento de las compañías del país escandinavo. España tampoco
sale favorecida de la comparación con la UE, donde el 77 por ciento de las
empresas no usan el empleo temporal, el 16 por ciento lo hace regularmente y sólo
el 6,8 por ciento de forma intensiva.
El estudio critica las dos últimas
reformas laborales de España y aprobadas por un Gobierno socialista
(2010) y otro del PP (2012). En ambos casos, el objetivo era reducir
“los costos de despido de los contratos de duración indefinida”. Sin
embargo, destaca que el alcance de estas reformas “ha sido limitado en
su capacidad de alterar las actitudes hacia la reorganización del
trabajo a nivel de empresa”. Es decir, que la dualidad del mercado
laboral se mantiene hasta el punto de que nueve de cada diez nuevos
contratos que se firman en España son de carácter temporal.
El
documento reconoce que estos empleos atípicos dotan de más flexibilidad a
las relaciones laborales y pueden facilitar el acceso al mercado de
trabajo. Sin embargo, advierte de medidas contraproducentes si estos
modelos se convierten en norma habitual.
“En los países donde el
empleo atípico está muy extendido, hay un mayor riesgo de que los
trabajadores pierdan el empleo e incluso las tasas de accidentes
laborales son más altas, aparte de encontrarse con dificultades para
ejercer sus derechos fundamentales en el trabajo o a tener acceso a las
prestaciones de Seguridad Social y a la formación profesional”, señala
Philippe Marcadent, Jefe del Servicio de la OIT encargado del estudio.
Para
tratar de mejorar esta situación, el informe propone fortalecer la
negociación colectiva mediante el refuerzo del papel de los sindicatos.
También defienden garantizar por ley la igualdad de trato para todos los
trabajadores independientemente del acuerdo contractual al tiempo que
abogan por extender la protección social.
Vida laboral de la mujer
Por
otra parte, Eurostat publicó también este lunes una estadística sobre
la vida laboral de la mujer, que en España aumentó 5,1 años durante la
última década. Si en 2005 trabajaban una media de 27,4 años, en 2015
alcanzó los 32,5. Se trata del segundo mayor crecimiento de la UE, solo
superado por los 8,6 años de alza en Malta. Tras las españolas, se
colocaron las trabajadoras de Luxemburgo (con un alza de 4,7 años),
Hungría (4), Chipre (3,6) y Austria y Alemania (ambos países con 3,4
años más).
Sin duda, la crisis que comenzó en 2008 tiene mucho
que ver en este fuerte aumento, puesto que es bien sabido que obligó a
muchas mujeres a incorporarse al mercado de trabajo.
Y si ellas
han experimentado un fuerte crecimiento, por el contrario los hombres
han visto cómo en la última década su vida laboral se reducía en 0,7
años: han pasado de trabajar una media de 37,9 años en 2005, a situarse
en 37,2 en 2015. El elevado número de parados y la proliferación de
empleos temporales y a tiempo parcial pueden ser los principales
motivos.
España fue uno de los cinco países europeos en los que
menguó la duración de la vida laboral masculina, junto con Chipre (1,9
años menos), Grecia (1,4), Irlanda (1) y Portugal (0,6). Pese a todo, la
trayectoria laboral de los hombres es bastante más larga que la de las
féminas en todos los Estados miembro, a excepción de Lituania (ellas
ganan por seis décimas).
La población española en general trabajó
34,9 años en 2015, según el informe comunitario, lo que supone un
crecimiento de 2,1 años durante la última década.
La media
europea también ha venido experimentando un notable aumento en la última
década, hasta sumar 35,4 años, 1,9 años más que en 2005 y medio punto
por encima de la nacional. En sintonía con España, el mayor aumento de
años trabajados lo soportaron las mujeres, con un incremento de 2,6 años
y una media de vida laboral de 32,8 años en 2015, mientras que el
crecimiento de los hombres fue más paulatino: 1,2 años hasta sumar 37,9
el pasado año.
En definitiva, el periodo en el que la población
permanece activa aumentó en el conjunto de los Veintiocho durante la
última década, sobre todo, en Malta (5,1 años), Hungría (4,2),
Luxemburgo (3,1), Estonia (3) y Lituania (2,9), mientras que apenas
registró variaciones en Dinamarca (0,2 años), Portugal (0,3) e Irlanda
(0,4).
Organización Internacional del Trabajo (OIT) denomina “empleos
atípicos”. Es decir, contratos temporales, a tiempo parcial
involuntarios, la subcontratación o los autónomos dependientes (obtienen
más del 75 por ciento de sus ingresos de un sólo proveedor). Unas formas de
empleo que se caracterizan por una peor calidad y menores ingresos. Y en
este escenario España ocupa un lugar preocupantemente destacado al ser
el segundo país de Europa con una tasa de temporalidad más alta (25 por ciento ),
sólo superado por Polonia. De hecho, la cifra de España supone más del
doble que la media de los 150 países analizados por la OIT.
El
informe “El empleo atípico en el mundo: retos y perspectivas” publicado
este lunes, alerta de que las personas con un contrato temporal pueden
estar sujetas a desventajas salariales de hasta el 30 por ciento si se compara con
los trabajadores indefinidos en un puesto similar. De hecho, la brecha
salarial entre un temporal y un trabajador fijo ascendía a 775 euros
brutos al mes en 2015 en España, una diferencia que ha crecido más de un
30 por ciento durante la crisis, según los datos de salarios publicados por el
INE España la pasada semana.
En ese sentido, el estudio de la
OIT destaca que en España existe una “fuerte cultura empresarial” del
uso del contrato temporal, y lamenta que a pesar de las diferentes
reformas que se han hecho para poder restringirlo, “la desregulación
existente durante años provoca reticencias de los empresarios al
contrato indefinido”.
De hecho, el informe compara la situación
de España con la de Noruega. Así con datos de 2010, un 16,2 por ciento de las
empresas españolas reconocen que utilizan trabajadores temporales de
forma intensa, frente a un exiguo 1,8 por ciento de compañías noruegas. Un 35,4 por ciento
de las sociedades españolas recurren de forma regular a estos contratos
eventuales (8,5 por ciento en Noruega). Por último, el 48 por ciento de las empresas
españolas afirman no haber utilizado este tipo de empleos temporales,
frente al 89,7 por ciento de las compañías del país escandinavo. España tampoco
sale favorecida de la comparación con la UE, donde el 77 por ciento de las
empresas no usan el empleo temporal, el 16 por ciento lo hace regularmente y sólo
el 6,8 por ciento de forma intensiva.
El estudio critica las dos últimas
reformas laborales de España y aprobadas por un Gobierno socialista
(2010) y otro del PP (2012). En ambos casos, el objetivo era reducir
“los costos de despido de los contratos de duración indefinida”. Sin
embargo, destaca que el alcance de estas reformas “ha sido limitado en
su capacidad de alterar las actitudes hacia la reorganización del
trabajo a nivel de empresa”. Es decir, que la dualidad del mercado
laboral se mantiene hasta el punto de que nueve de cada diez nuevos
contratos que se firman en España son de carácter temporal.
El
documento reconoce que estos empleos atípicos dotan de más flexibilidad a
las relaciones laborales y pueden facilitar el acceso al mercado de
trabajo. Sin embargo, advierte de medidas contraproducentes si estos
modelos se convierten en norma habitual.
“En los países donde el
empleo atípico está muy extendido, hay un mayor riesgo de que los
trabajadores pierdan el empleo e incluso las tasas de accidentes
laborales son más altas, aparte de encontrarse con dificultades para
ejercer sus derechos fundamentales en el trabajo o a tener acceso a las
prestaciones de Seguridad Social y a la formación profesional”, señala
Philippe Marcadent, Jefe del Servicio de la OIT encargado del estudio.
Para
tratar de mejorar esta situación, el informe propone fortalecer la
negociación colectiva mediante el refuerzo del papel de los sindicatos.
También defienden garantizar por ley la igualdad de trato para todos los
trabajadores independientemente del acuerdo contractual al tiempo que
abogan por extender la protección social.
Vida laboral de la mujer
Por
otra parte, Eurostat publicó también este lunes una estadística sobre
la vida laboral de la mujer, que en España aumentó 5,1 años durante la
última década. Si en 2005 trabajaban una media de 27,4 años, en 2015
alcanzó los 32,5. Se trata del segundo mayor crecimiento de la UE, solo
superado por los 8,6 años de alza en Malta. Tras las españolas, se
colocaron las trabajadoras de Luxemburgo (con un alza de 4,7 años),
Hungría (4), Chipre (3,6) y Austria y Alemania (ambos países con 3,4
años más).
Sin duda, la crisis que comenzó en 2008 tiene mucho
que ver en este fuerte aumento, puesto que es bien sabido que obligó a
muchas mujeres a incorporarse al mercado de trabajo.
Y si ellas
han experimentado un fuerte crecimiento, por el contrario los hombres
han visto cómo en la última década su vida laboral se reducía en 0,7
años: han pasado de trabajar una media de 37,9 años en 2005, a situarse
en 37,2 en 2015. El elevado número de parados y la proliferación de
empleos temporales y a tiempo parcial pueden ser los principales
motivos.
España fue uno de los cinco países europeos en los que
menguó la duración de la vida laboral masculina, junto con Chipre (1,9
años menos), Grecia (1,4), Irlanda (1) y Portugal (0,6). Pese a todo, la
trayectoria laboral de los hombres es bastante más larga que la de las
féminas en todos los Estados miembro, a excepción de Lituania (ellas
ganan por seis décimas).
La población española en general trabajó
34,9 años en 2015, según el informe comunitario, lo que supone un
crecimiento de 2,1 años durante la última década.
La media
europea también ha venido experimentando un notable aumento en la última
década, hasta sumar 35,4 años, 1,9 años más que en 2005 y medio punto
por encima de la nacional. En sintonía con España, el mayor aumento de
años trabajados lo soportaron las mujeres, con un incremento de 2,6 años
y una media de vida laboral de 32,8 años en 2015, mientras que el
crecimiento de los hombres fue más paulatino: 1,2 años hasta sumar 37,9
el pasado año.
En definitiva, el periodo en el que la población
permanece activa aumentó en el conjunto de los Veintiocho durante la
última década, sobre todo, en Malta (5,1 años), Hungría (4,2),
Luxemburgo (3,1), Estonia (3) y Lituania (2,9), mientras que apenas
registró variaciones en Dinamarca (0,2 años), Portugal (0,3) e Irlanda
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