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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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La Iglesia católica y las cenizas

La Iglesia católica y las cenizas
Toda religión implica un conjunto de dogmas, códigos morales e indicaciones rituales que deben regir las vidas de los fieles. Ninguna religión es tal si no tiene un listado de normas a seguir, mismas que además establecen jerarquías. Ahora bien, cuando estas reglas van en contra de costumbres preestablecidas, de voluntades humanas íntimas, las religiones suelen alejarse de sus pueblos. A mayores prohibiciones, mayor también parece ser la burocratización de los caminos de la fe.

Este martes se conoció que la Iglesia católica ha prohibido a sus fieles esparcir las cenizas de los difuntos, dividirlas entre los familiares y también que sean conservadas en casa. La Doctrina de la Fe redactó un nuevo documento que sustituye al anterior de 1963, que fue aprobado el 18 de marzo de 2016 por el papa Francisco y que pone orden ante las prácticas tanto de sepultura como de cremación consideradas "en desacuerdo con la fe de la Iglesia", informó la agencia EFE.

En el documento se explica que la medida fue adoptada "para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista”. “No será permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos". Además, se advierte que "en el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias". La Iglesia católica señala que no se pueden permitir "actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, o como una etapa en el proceso de reencarnación, o como la liberación definitiva de la ´prisión´ del cuerpo".

Las disposiciones eclesiales han generado una serie de reacciones adversas por parte de muchos fieles que se sienten contrariados porque su religión no avalará sus —tal vez últimas— voluntades. No es la primera vez que sucede. Para no hablar de temas que puedan suscitar mayor polémica, hay que recordar que, por ejemplo, la Iglesia católica se opone al uso de preservativos o a la ordenación sacerdotal de mujeres. Incluso, en una decisión incomprensible, hace algunos años las jerarquías determinaron que los curas no podían oficiar misas en domicilios particulares.

Medidas como estas no hacen más que alejar al ciudadano de su fe religiosa. La prohibición de misas, por ejemplo, ocurre mientras iglesias evangélicas y sectas de todo tipo avanzan raudas en acercarse a la gente, mediante alegres ceremonias que tienen lugar en cualquier espacio. Hay un sentido moderno de formación de comunidad en otros cultos, y suele tener mucho más éxito que las antiguas maneras católicas en lo que se refiere a la conquista de nuevos fieles.

Retornando al tema de la prohibición de la cremación y de conservar las cenizas de familiares, esta va en contra de las creencias de una parte de personas que se declaran católicas en Bolivia. Es conocida por todos, por ejemplo, la veneración a las “ñatitas” (calaveras) en La Paz. Y es también conocida la creencia popular de que las cenizas de un ser querido guardadas en un hogar repelen a los ladrones. ¿Dejarán entonces de ser católicos quienes efectúan estas prácticas y creen en ellas?

Pensamos que la Iglesia católica, de la que este país es aún devoto en su mayoría, debe modernizarse en todo sentido. Desde luego, una parte de esto será repensar sus rituales, mas probablemente hay urgencia de discutir otras cuestiones que son mucho más profundas que la elaboración de prohibiciones y sanciones. Y es que es muy difícil reavivar el fuego de la fe cuando solo nos andamos fijando en las cenizas.