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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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La ira boliviana, la mayor del mundo

La ira boliviana, la mayor del mundo
Los bolivianos son, en el mundo, los que más ira sienten a lo largo del día. Así lo ha revelado esta semana un estudio de la encuestadora Gallup, difundido por la BBC Mundo. De acuerdo a la investigación, Bolivia, El Salvador y Ecuador son los tres países "más emocionales" del planeta, mientras que en los últimos lugares del ranking aparecen países de Europa del este, como Rusia, Ucrania y Kosovo.

Se subraya que no es que las tres naciones latinoamericanas que encabezan la lista sean las más felices u optimistas. De hecho, Bolivia se destaca del resto de Latinoamérica como el país con el mayor porcentaje de encuestados que reconocieron que pasan por momentos de ira la mayor parte de su día.

El llamado “reporte de emoción global” se produjo a partir de encuestas que se realizaron en 2014, a través de entrevistas vía telefónica y en persona en 148 países. El reporte de Gallup hizo preguntas respecto a la cantidad de emociones positivas y negativas que sienten las personas en su jornada cotidiana, el número de momentos de ira que atraviesan cada 24 horas y si rieron o sonrieron en el día anterior a ser encuestados.

Los porcentajes específicos de encuestados que reconocieron sentir emociones en su día a día quedaron, a la cabeza del ranking, así: Bolivia 59 por ciento , El Salvador 59 por ciento , Ecuador 58 por ciento , Filipinas 58 por ciento , Nicaragua 58 por ciento y Guatemala 58 por ciento . En contraposición, Bangladesh, Azerbaiyán y Georgia son las tres sociedades que sienten menos emociones durante su día a día.

Ahora bien, ¿cuán verídica es esta clasificación? En lo que concierne a nuestro país, la creemos muy real. Los bolivianos andamos por lo general enojados. Basta conducir un vehículo para comprobarlo. A la menor infracción, surgen los más soeces insultos e incluso se producen agresiones físicas. Por las calles, son pocas las personas amables que responden, por ejemplo, a la consulta de una dirección. En los trabajos, es muy común hablar mal del colega y ser fuente de intrigas. Y, en los hogares, la situación tampoco es distinta y la violencia llega a extremos. Algunos índices: solo este año se han producido 67 feminicidios en todo el país y los casos de maltrato infantil se cuentan por centenares.

¿Qué nos pasa? Estructuralmente, se puede recordar que incluso antes de la colonia fuimos una tierra violenta. Los historiadores afirman que incas y aymaras fueron pueblos conquistadores que sojuzgaron a etnias menores en cruentas luchas. Luego, la llegada de los españoles fijó nuevos estándares. En la acción del avaro saqueo, los europeos impusieron su ley, dios, idioma y costumbres a plan de espada, pólvora, violaciones y torturas indecibles.

El resultado de lo anterior fue una sociedad que pocas veces se animó a reconocer al otro como su hermano. Las mayorías indígenas fueron excluidas de la construcción del país, y sus miembros sufren hasta nuestros días el más duro racismo. La boliviana fue desde siempre una sociedad que no aceptó reconocerse diversa.

Con seguridad, ello influyó en que ahora sintamos más ira que alegría. Y es que no sabemos reírnos de nosotros mismos; somos casi siempre muy solemnes. Basta presenciar, por ejemplo, los espectáculos de los café concert o del teatro popular: están poblados de un humor chabacano, hiriente, machista, escatológico y de mal gusto. Cuánta diferencia hay con el arte que en otros países apunta a la risa. Es mucho más elaborado y ciertamente ingenioso. Así, cuando ríen, los ciudadanos a la vez reflexionan.

Ciertamente y aunque parezca disparatado, no estaría demás que nuestras autoridades analicen programas de risa como terapia. Una Secretaría del Humor podría emprender campañas que, a la vez que regalarnos sonrisas, nos hagan pensar sobre la tan necesaria tolerancia que como sociedad debería caracterizarnos.