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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Hacia una reeducación masculina

Hacia una reeducación masculina
En memoria del legado de la escritora, maestra, poetisa y luchadora social cochabambina Adela Zamudio Ribero, en 1980, durante su corto mandato antes del sangriento golpe de Estado, la presidenta Lidia Gueiler Tejada instituyó el 11 de octubre como Día de la Mujer Boliviana. Desde entonces, cada año con mayor énfasis, la ciudadanía celebra a las féminas, destacando sus aportes en todos los campos, así como su lucha por igualdad.

Sin embargo, también cada año es triste comprobar cómo las mujeres continúan siendo víctimas de inequidad y violencia, en muchos casos de la más aberrante. Y es que ver las noticias en la televisión o en los diarios es una experiencia dolorosa. “Hallan cadáver de mujer en pozo séptico y feminicidios suben a 19”, “Intento de feminicidio en Vinto” y “30 de cárcel para hombre que mató a mujer y a bebé” son tres de los titulares que publicó ayer el diario OPINIÓN, en pleno Día de la Mujer.

De ese modo, las preguntas expresadas hace poco en este mismo espacio son cada vez más urgentes: ¿Por qué los hombres prefieren asesinar a una mujer que sienten haber perdido o están a punto de perderla?, ¿por qué algunos varones sienten que sin ella ya no podrán proseguir con su vida y prefieren podrirse en la cárcel antes de dejarlas partir?, ¿por qué las relaciones se están concibiendo como lo único en el mundo por lo que vale la pena vivir porque de lo contrario no hay nada más?, ¿por qué ellos no están pudiendo encontrar otro sentido a su vida que no sea al lado de la mujer que un día vieron como su propiedad y, por ello, no están dispuestos a perderla?

Sobre todo en cuanto a participación política, hay muchos y claros avances estatales en el camino a la igualdad. Leyes impulsadas por el Gobierno han determinado, como en pocos países del mundo, la participación paritaria en cargos electivos, lo que ha derivado en un mayor empoderamiento de las mujeres. Asimismo, y aunque la real implementación de la norma es aún una tarea pendiente, en lo legal se ha criminalizado la violencia contra las mujeres. Por otro lado, son importantes los bonos y disposiciones laborales que desde el Estado se han emitido para apoyar a las madres y trabajadoras, que ahora tienen beneficios como días de asueto y jornadas especiales para hacerse chequeos médicos.

Creemos sin embargo que, paralelamente a tales acciones, el Ejecutivo central, gobernaciones y alcaldías, a la cabeza de la sociedad en su conjunto, debieran emprender una labor que apunte sobre todo al cambio de mentalidad. Un pueblo que por siglos ha considerado inferiores a las mujeres, que solo a mediados del siglo pasado les dio el derecho al voto, uno en el que incluso las propias mujeres perpetúan cosmovisiones machistas necesita un cambio educativo y cultural. En una época en la que las estructuras sociales están cambiando, en la que las mujeres se están liberando en todos los ámbitos, conductas masculinas tan internalizadas durante siglos chocan duramente contra la incomprendida emancipación femenina. Y esa contradicción de valores, de modos de ver el mundo, de mal entender el rol de los varones, no se resolverá con leyes draconianas sino, primero que nada, en las mentes. Una verdadera despatriarcalización debería comenzar en los hogares, en las escuelas, colegios y universidades.

Para lo anterior, referentes nos sobran en Bolivia. Qué provechoso sería que padres de familia y el Estado en todos sus niveles conozcan y difundan la valentía y el mensaje político de Domitila Chungara; que todos veamos el cine hecho por Beatriz Palacios; que la educación universitaria tome su ejemplo de Blanca Wiethüchter; que en las radios suenen siempre las canciones de Matilde Casazola; que conozcamos el valor del arte de Marina Núñez del Prado; que nuestros niños sepan recitar de memoria las poesías de Yolanda Bedregal y, cómo no, de la propia Adela Zamudio, una mujer tan ligada a la cultura y la educación, y por ello mismo pionera de las luchas feministas en nuestro país.