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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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ENTREVISTA A ÓSCAR OLIVERA

“Hoy el agua se utiliza como objetivo político partidario”

“Hoy el agua se utiliza como objetivo político partidario”

El guerrero del agua reclama a los cochabambinos por perder su capacidad de organización.

Han pasado 16 años desde la Guerra del Agua y Cochabamba todavía sufre la carencia del líquido vital. Óscar Olivera, el líder de ese levantamiento popular, afirma que las autoridades “han dado la espalda” a la agenda que entonces fijó el pueblo y que los cochabambinos han dejado de organizarse. 

Obrero metalúrgico y zapatero, Olivera irrumpió en la historia reciente de Bolivia cuando, en 2000, al mando de un movimiento popular, desbarató la privatización del agua y dio un golpe directo al gobierno de Hugo Banzer, cuando resistió el estado de sitio decretado por el exdictador.

Desde entonces el agua ha marcado la vida de Olivera y, hoy mismo, en su trabajo de huertos escolares, es de primera importancia. Hoy, que Semapa tiene bajo racionamiento a la ciudad, y en total carencia a algunos barrios, es pertinente hablar con Olivera, que nos visita con un sombrero paisa traído de Colombia a donde fue recientemente a apoyar el proceso de paz.

PREGUNTA: ¿Cómo ve la situación del agua en Cochabamba, actualmente?

RESPUESTA: La problemática del agua en Cochabamba tiene una historia de crisis permanente, a eso se suma la mala planificación del crecimiento de la ciudad.

Las autoridades solo buscan embolsillarse o engrosar sus cuentas bancarias con la venta de tierras en los municipios, ligados a toda una estructura de corrupción compuesta por alcaldes, funcionarios, miembros de colegios de profesionales, de las FFAA y de la Policía, que están para atemorizar a quienes defienden la tierra.

Hay una mafia total que está conduciendo a Cochabamba a una situación muy complicada.

Sumado a eso está el tema del cambio climático. En un reciente estudio sobre las lluvias en los últimos 20 años, vemos que hay una tendencia a bajar, no habrá la cantidad suficiente de lluvias.

El año 2000 la gente puso en manos de los políticos, de los técnicos, de las autoridades, tanto de Semapa, como, después, del Ministerio del Agua, la agenda que planteó la Coordinadora del Agua.

P.: ¿Qué se ha cumplido de la agenda planteada por la Guerra del Agua, impulsada por la Coordinadora?

R.: Lo que han hecho las autoridades es simplemente dar la espalda a la agenda que planteó muy claramente la Guerra del Agua . Esa agenda básicamente buscaba el fortalecimiento de los sistemas comunitarios y de las empresas públicas para que se conviertan en empresas con estricto y eficiente control social.

En esa agenda está la recuperación de la relación con el agua, para dejar de simplemente vivir del agua y convivir con el agua. También se ha establecido que el agua no es propiedad de nadie, ni siquiera del Estado, que simplemente tiene que velar por su uso racional, correcto y sustentable, porque el agua es patrimonio de la naturaleza.

El punto principal era la no mercantilización del agua, sujeto a que el servicio de dotación de agua potable sea sostenible. El agua no podía convertirse en un negocio como pretendía Aguas del Tunari.

Esos fueron los puntos fundamentales de la Agenda del Agua, que hasta el día de hoy no se han podido consolidar, primero, por esa actitud de dar la espalda por parte de los gobernantes y, segundo, porque los cochabambinos hemos dejado de organizarnos y simplemente nos movemos cuando hay crisis. Por ejemplo, ahora, si va a empezar a llover nos vamos a olvidar de la escasez y de exigir soluciones estructurales.

P.: ¿Cree que el Servicio Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Semapa) está cumpliendo la misión que se le dio tras su recuperación en 2000?

R.: Semapa es una tarea pendiente, hasta hoy ha tenido un solo director institucionalizado, los demás son interinos. No hay una capacidad técnica de gestión que es lo que se necesita más que un cargo político. Por otro lado, el directorio sindical (no estoy hablando de los trabajadores), todos los que han pasado en estos 16 años, han demostrado una falta total de reciprocidad a la gente cochabambina que luchó, que dio su sangre para que esa empresa quede en manos de la población.

Para mí los trabajadores de Semapa son el punto fundamental para un cambio. Ellos están produciendo vida, están entregando vida, salud, bienestar y dignidad a la gente.

P.: Hoy el agua en Cochabamba se sigue vendiendo en cisternas y a un precio de lucro...

R.: Hace años, cuando nosotros trabajábamos con Asicasur, una organización que igual que la Coordinadora se desmanteló, ya había denuncias con relación a negocios de esos cisternas y por la pésima calidad del agua que venden. En Calicanto, un barrio obrero, que vive hasta hoy del agua de carros cisterna, comprobamos que el agua que llega a esa zona era de piscinas. Así se ve que los cisternas, en vez de llevar vida y bienestar, llevan enfermedades.

Creo que hoy el agua se utiliza como un objetivo político partidario. Esa necesidad vital de la gente se utiliza como una especie de instrumento para lograr adeptos o para ocultar cosas como en el caso de Misicuni, o simplemente como un negocio, desde las perspectiva de los cisternas o de Semapa.

P.: Usted dice que el cochabambino ha dejado de organizarse. ¿Será que la movilización popular ya no está vigente?

R.: Creo que no solamente es una obligación de los cochabambinos, sino una responsabilidad histórica el volver a organizarnos. En ese tiempo, había una crisis de credibilidad, nadie creía en los sindicatos, en los partidos, ni en los políticos, por eso la gente se autoorganizó y le puso el nombre de la Coordinadora del Agua, que tenía una característica de absoluta independencia en el tema de decisiones, no había jefes, no había caudillos, no había patrones. Era el pueblo organizado en asambleas, comités de agua, sindicatos de desocupados, de comerciantes y otros sectores, y había un liderazgo transparente, sencillo, que no aspiraba a cargos.

El cochabambino no está actuando en comunidad, no está defendiendo su territorio. Territorio no solamente es la casa, es la laguna Alalay, el río Rocha, las fuentes de recarga hídrica, los espacios de producción agropecuaria, son los recursos naturales y los espacios de riqueza que existen y que hoy de manera absolutamente arbitraria definen desde arriba como el tema de los estadios o el tren metropolitano.

La falta de decisión y confianza ha sido aprovechada por algunas instancias para establecer organizaciones que no representan a nadie, como el Comité Cívico. La propia COB, ahora está subordinada al Gobierno y el Comité Cívico subordinado a otros intereses contrarios al Gobierno.

Por otra parte, y no es culpa de los cochabambinos, sino de este modelo económico ideológico: Hemos perdido identidad como cochabambinos.

El Gobierno se ha ocupado en estos 10 años de desestructurar espacios que reclamaban y ejercitaban autonomía frente a cualquier interés partidario o económico. Hoy, el que no está subordinado al Gobierno es de la derecha, entonces muchos hemos mantenido un silencio justamente para no dar posibilidades para que esa derecha de la oposición se aproveche, ni esa derecha que está en el Gobierno tenga motivos para estigmatizarnos.

P.: Usted fue por varios años dirigente sindical de los fabriles, ¿cómo ve ahora a la dirigencia de ese sector y de la COB?

R.: Existe un viejo mundo del trabajo que todavía conservan ciertos sectores sindicales organizados: mineros, fabriles, trabajadores municipales o del sector público.

Ese mundo del trabajo, es un mundo pequeño, con relación al nuevo mundo laboral que ha surgido después del 21060 y que es mayoritario, yo diría en una relación de 1 a 10. Hombres, mujeres, niños que no están organizados, que no tiene sindicato, que no saben de sus derechos, gente que ni siquiera trabaja en una fábrica, cuentapropistas que trabajan en garajes, talleres, en casas clandestinas, en las calles.

Ese es el nuevo mundo del trabajo. Todos ellos que no pertenecen a la COB, en algún momento tienen que organizarse.

P.: ¿Qué ha sido del lema "trabajadores al poder"?, ¿se ha corrompido la dirección sindical?

R.: Yo les diría a los dirigentes que antes de estar pensando en elecciones o reelecciones o en segundo aguinaldo, piensen que la única forma de mejorar y transformar las condiciones de vida de un sector y un país es con la organización de las bases, de todos los sectores. Si no se organizan, el futuro de la COB, de la clase sindical, es triste.

P.: ¿Cuál es la actividad que ahora usted está desarrollando?. En las redes se ve que está trabajando con huertos urbanos.

R.: Hace seis años, cuando me retiré de la fábrica Manaco, tomé la decisión de alejarme de la vida pública y he entendido que hay que construir en estos espacios más pequeños, como se hizo en los sindicatos o la Coordinadora del Agua, porque la institucionalidad que hoy tenemos en nuestra sociedad prácticamente ya no sirve. Entre esas instituciones, la Universidad es un caso triste.

Yo he visto que en esos espacios de encuentro con los niños, padres y maestros se puede construir comunidad a través de la alimentación que es básica, no solamente para la sobrevivencia de la especie humana, sino también tiene que ver con el respeto a la tierra y el uso del agua. Por eso decidí, como decía mi mamá, volver a las raíces y eso está en la tierra.

Siempre he buscado construir comunidad, en los sindicatos, en la Coordinadora y en todas las organizaciones en las que he estado, como en el 2006, cuando se logró el encuentro entre pilotos, trabajadores, obreros, fabriles, comerciantes, trabajadoras sexuales, todos unidos para reclamar una vida digna para los trabajadores del Lloyd.

P.: Cuenta con financiamiento internacional, para el proyecto de huertos escolares?

R.: No, en absoluto. Hay una organización que nosotros fundamos hace 14 años, la Fundación Abril, y a través de esa fundación se obtiene algunos recursos de gente de buena voluntad básicamente o que quiere realizar algún proyecto concreto para el desarrollo humano.

Recientemente hemos hecho un proyecto en la Escuela Tomás Bata de Manaco, con los niños, hemos convertido un patio de cemento en un jardín. Ahí los niños discuten qué alimentos sembrar, definen los periodos de riego y de cosecha, para mí eso es construir comunidad a través de un territorio concreto, con los valores más básicos de la democracias y la convivencia.

Soy un rentista, no tengo ningún salario de ningún tipo de organización. Esta fundación está a cargo de jóvenes que han trabajado conmigo desde que era dirigente sindical. Y doy algunas charlas que me permiten tener ingresos extras, porque la renta de jubilado no alcanza.

P.: Entonces, ¿en este momento, las grandes preocupaciones sociales siguen siendo la defensa del agua, de la tierra y del alimento?

R.: En mi vida de obrero metalúrgico y zapatero, que ha sido casi 40 años, yo he entendido lo que en el fondo todo el mundo defiende es su territorio. Cuando hablamos de los campesinos, indígenas, obreros, universitarios, de las trabajadoras sexuales, todos defienden su territorio. Y ¿qué significa territorio?, no solamente un espacio geográfico, sino una forma de vida, de convivencia social, significa construir de manera colectiva valores de solidaridad, como lo hemos hecho en la Guerra del Agua.

También, territorio significa una convivencia armónica con la naturaleza y creo que todos tenemos que defender eso. Una trabajadora sexual defiende su cuerpo, un universitario defiende la universidad, donde ellos puedan decidir sus condiciones, un sindicato defiende su trabajo, donde la comunidad debe tomar decisiones donde no se meten el Estado ni los partidos.

Lastimosamente los cochabambinos ya no decidimos.

P.: ¿Ha considerado ser candidato, en próximas elecciones?

R.: No, y un día dije, a unos vecinos de Alto Cochabamba, que el día que me vean pidiendo votos, me cuelguen de un molle.

P.: Tomando en cuenta la relevancia que ha tenido como dirigente sindical y en la Guerra del Agua, no le parece que ahora está muy pasivo?

R.: Yo estoy haciendo exactamente lo mismo que hice durante 40 años, hasta el año 2010, pero ya en una escala más pequeña. En 40 años he sido organizador, he posibilitado establecer la construcción de tejidos sociales que permitan establecer la conquista de nuestros derechos y he hecho barricadas contra la Policía, contra el Ejército, contra los malos gobiernos, contra las transnacionales. Y hoy en un huerto estoy haciendo exactamente lo mismo.

Es más difícil para mí hacer cercos a los conejos y a los pájaros, que a la Policía. La gente en la calle me habla, me pregunta cuándo volveré, yo les digo que el momento en que la población se dé el ánimo y se dé la fortaleza para salir sin la necesidad de la convocatoria de un líder, yo estaré ahí para reconstruir ese tejido social que está dañado.



Semapa

Para el líder de la Guerra del Agua, de 2002, sigue siendo un tema pendiente el fortalecimiento y transparencia del Servicio Municipal del Agua Potable y Alcantarillado.