Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 09:45

Cultura preventiva ciudadana

Cultura preventiva ciudadana
“Dona un gato a Exaltación”, es el nombre de la campaña que la Gobernación del Beni ha lanzado para combatir la proliferación de roedores y así evitar que se reactive en ese departamento la fiebre hemorrágica.

El 18 de mayo de 1963, los científicos lograron aislar el virus de esta mortal enfermedad después de que ya había matado a mucha gente en el Beni, donde prácticamente casi acabó con la población de San Joaquín.

Seguramente muchas personas en Cochabamba no saben que tal enfermedad ocasionó problemas en la Llajta allá por el año 70, de la mano de una enfermera que había contraído el mal en Beni y llegó enferma al hospital Seton donde trabajaba, lo que dio lugar a que tal nosocomio fuera declarado en cuarentena. El personal médico entró en pánico porque la fiebre terminó llevándose no solo a la enfermera, sino al patólogo Donato Aguilar, quien había realizado una autopsia después de afeitarse y la sangre que le saltó en parte del rostro cubierto terminó matándolo.

Quienes sobrevivieron a la fiebre hemorrágica en el hospital Seton cuentan que marcaban en un calendario día que lograban sobrevivir porque tal enfermedad se presenta y mata en las dos semanas siguientes al posible contagio. Como los síntomas se parecen a los de una gripe, no faltó el que empezó a sentir algunos de estos solo por el terror a morir. Uno de los médicos que aún recuerda esos momentos es el cirujano urólogo Orlando Canedo Saavedra, quien publicó el año 2001 el libro “La historia de la fiebre hemorrágica en Bolivia”.

Lo curioso del caso es que, a pesar de que en el Beni saben que existe este riesgo, no toman como ciudadanos todas las previsiones para evitar que reaparezca la enfermedad como tener, por ejemplo, un gato. De hecho, deberían ser conocidos en Bolivia como criadores de gatos, pero no solo no es así, sino que ahora necesitan que se les done un gato con el problema de que es probable que este se escape una vez que esté en su nueva morada solo por falta de costumbre de vivir con sus nuevos dueños, como ya le pasó a Beni en el pasado.

¿Por qué gatos? La historia es simple: el protagonista central de esta historia se llama ratón Calomys Callosus, portador del virus. Este suele migrar hacia las casas de los pobladores cuando hay inundaciones o incendios que ahora, en el primer caso porque escapa del agua y en el segundo porque, además de huir, empieza a aumentar en cantidad por la muerte de serpientes que suelen alimentarse de dicho ratón, pero los incendios matan a estos animales y se rompe el equilibrio ecológico. Una vez en los hogares, el ratón orina sobre los alimentos y de este modo los seres humanos contraen la enfermedad. La otra forma es la transmisión de persona a persona, motivo por el que familias enteras murieron en el Beni.

Sin embargo, uno puede preguntarse una y otra vez por qué la población no toma sus recaudos si sabe todo esto. Una de las respuestas posibles es que, quizá, no lo sepa. Actualmente, la gente muestra poco o ningún interés por informarse y, si lo hace, prefiere optar por la farándula e incluso la crónica roja. El resto de la información que puede afectar a la salud, educación y economía de un hogar no parecen ser del interés de la gente en general. A ello habría que añadir la falta de políticas públicas al respecto.

En verdad, como país nos falta desarrollar más la cultura preventiva ciudadana. Debemos aprender de nuestras desgracias, así estas hayan pasado hace 50 años. Un año tenemos en un lugar fiebre hemorrágica, deberíamos aprender cómo prevenir su aparición. Otro año tenemos sequía, deberíamos aprender a cuidar el agua todo el tiempo. Otro año se derrumban zonas enteras por exceso de lluvias, deberíamos aprender a planificar mejor los asentamientos humanos. Debemos aprender y, en ese proceso, la información es vital.