Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 12:31

Libertad de expresión

Libertad de expresión
En los últimos días, un corto levantó polvo en Bolivia y hasta fue comentado en el extranjero. Es el cuarto que hace la empresa Corimexo. En este último se ve a la modelo Stephanie Herela subiendo las gradas hacia el salón de exhibición de muebles de esa empresa, donde se quita parte de la ropa y se echa en uno de los sofás, antes de sentarse en una silla transparente y quedar desnuda.

Al respecto, tanto en las redes sociales como en medios tradicionales, incluyendo artículos de opinión, se ha dicho de todo, unos en defensa y otros en desacuerdo con las imágenes difundidas. Hay argumentos de todo tipo y para todos los gustos, desde aquellos vinculados a lo que la gente espera de una publicidad como los que analizan el tema jurídicamente.

Más allá de lo que uno u otro diga, llama la atención que quienes atacan y defienden agarran la misma espada: la libertad de expresión a la hora de mostrar imágenes de desnudos que intenten presentar a la mujer como un objeto sexual.

¿Qué es la libertad de expresión?, ¿por qué se puede hablar de libertad de expresión tanto para atacar como para defender el mismo hecho social? Algunos de los más agudos analistas han indicado que la modelo puede hacer más o menos lo que le venga en gana con su cuerpo porque es de ella y de nadie más. Perfecto. Pero, ¿podrá hacerlo en imágenes que son transmitidas por la televisión en horarios no especiales?

Pareciera que el meollo de este asunto es la existencia de varios derechos vinculados a la información que figuran en la Constitución boliviana, pero no cuentan con una construcción conceptual socializada en Bolivia y, por ello, cada quien toma los mismos como mejor le parece o a partir de lo que entiende por el derecho en cuestión.

Si partimos de la constatación de que lo permitido y no permitido en una sociedad es parte de una construcción social y cultural, estaremos de acuerdo en que la libertad de expresión también debe pasar por algún tipo de construcción porque, de lo contrario, ni las leyes ni ninguna norma tendría sentido alguno de ser, por cuanto estas están para rayarnos la cancha en una serie de temas con el fin de hacer posible la convivencia pacífica, por lo menos en teoría.

Si es así, estaremos de acuerdo en que la “libertad de expresión” como las demás libertades tendrá que tener algún marco de construcción. Algo similar ocurre con las demás libertades como de prensa, información o comunicación. ¿En qué consisten estas?, ¿qué entendemos, por ejemplo, por libertad de comunicación? Se trata de un nuevo derecho incorporado en 2009 en la Constitución, cuyo desarrollo conceptual desde el campo de la comunicación aún está pendiente.

Si bien existen tesis doctorales vinculadas a este tipo de derechos, sus alcances no son conocidos por la sociedad y, muchas veces, ni siquiera por los líderes de opinión que suelen ser invitados a debates en medios tradicionales.

Mientras estos derechos no cuenten con una base sólida, será muy difícil que nos podamos poner de acuerdo porque estamos manejando diferentes puntos de partida para llegar a algún punto de consenso como meta.

A pesar de ello, es por demás positivo que estemos discutiendo estos temas y tratando de hallar salidas, porque lo peor que nos podría pasar como sociedad es hacernos a los que no pasa nada cuando, en realidad, sí pasa.

Desde los medios de información coadyuvamos, para bien o para mal, en la construcción de imaginarios colectivos que, dependiendo de los temas y enfoques, tenderán a fortalecer una sociedad o a perjudicarla. Por ejemplo, si los canales de televisión informan todos los días sobre violaciones, secuestros y demás, seguramente la sociedad se irá volviendo cada vez más temerosa, insegura. Algo similar ocurre con la imagen de la mujer, puesto que, en la medida en que insistamos en que ella vale por su aspecto más que por otros dones, se seguirá fomentando el machismo y formas de ver el mundo que afectan a las mujeres porque las hacen verse como la propiedad de un hombre.