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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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La última puesta en escena de María Galindo

La última puesta en escena de María Galindo
María Galindo es María Galindo… Para muchos, todo lo que en ella habita suena extraño. Sin embargo, el problema central es que bucea en las profundidades que muchas veces no queremos ver. Nos distraemos con su atuendo cada vez que aparece en escena, comentamos cómo lucía y luego nos olvidamos de ella. Hoy ha vuelto con un nuevo ataque, esta vez en contra de Maricruz Ribera.

El asunto que ha activado la última puesta en escena de María Galindo contra lo patriarcal ha sido el proyecto “Mi primer amor soy yo” de Ribera, cuyo objetivo es empoderar a las adolescentes para que desde su primera relación no permitan ser objeto de violencia. “Elegí este nombre –explicó la expresentadora de televisión– porque quería trabajar con las niñas antes de que tengan novio, porque en mi lógica el amor empieza por el amor propio; no puedo amar si no me amo primero”.

Mujeres Creando no cree en el proyecto y, por ello, se fue a escribir algunos grafitis contra Ribera: "Maricruz no tiene amor, todo es solo ambición”; "Lo bonito es ser libre y bocona y no como Maricruz, barbie con silicona”. A primera vista, estos mensajes parecen provenir solo de la intolerancia de quienes desde hace años creen ser la única voz autorizada para lanzar ataques feministas contra expresiones o hechos que consideran machistas.

Tal parece que el problema de fondo es otro. Mujeres Creando critica todo aquello que lleva alguna huella del patriarcado y María Galindo lo explica muy bien en su último artículo de opinión cuando dice: “La discusión ideológica, que es la discusión de las ideas y, por lo tanto, el derecho al desacuerdo no es una propiedad de los hombres. Las mujeres no somos una ‘manada’ en la que la discrepancia es signo de deslealtad imperdonable. Eso es desideologizar a las mujeres y convertirnos en entes biológicos que nos debemos lealtad entre mujeres por el solo hecho biológico de serlo. No es el feminismo el simple mandato de crítica a los hombres y aplauso, y lealtad a las mujeres. Eso nos llevaría a desconocer que el patriarcado, como estructura de dominación, también se sustenta no solo en el papel de las mujeres como seres subalternos, sino como cómplices de esa dominación. Por eso no solo hay hombres machistas, sino mujeres machistas también. Son cuestiones muy elementales, que parece mentira que haya que repetirlas hasta el cansancio”.

¿Estamos de acuerdo con dicha apreciación? Todo indicaría que sí. Sin embargo, acto seguido Galindo dice que Mujeres Creando cree que los contenidos del proyecto de Ribera “son la barbieficación, la idiotización y la domesticación y es eso lo que cuestionamos desde esta columna y desde las paredes de las calles, que es, a través de los grafitis, otro medio de comunicación, tan legítimo como éste”.

Lamentablemente, al criticar y oponerse al programa de Ribera, María Galindo parece no darse cuenta de que, en realidad, comete un error propio de lo que ella critica y muy típico de los parámetros patriarcales e, incluso, eurocentristas que odia: generaliza y parte de la idea de que todo lo hecho y dicho por una persona o grupo de personas tiene que ser aceptado sin ningún tipo de razonamiento de por medio. Pensar que todas las adolescentes dejarán de pensar o querrán volverse barbies solo porque al frente está una rubia es menospreciar la capacidad de nuestra juventud y eso es propio no solo del patriarcado, sino de las huellas que nos ha dejado la colonia. Sería bueno, además, preguntarse qué hubiese pasado si al frente de la iniciativa estuviese una morena de rellenas formas.

Tal vez el problema central es que absolutamente todos llevamos en nuestra forma de ver el mundo algo de lo que María Galindo odia y está en duda que podamos extirparlo solo con la intolerancia que ella ejerce desde la radio, las calles y su columna.