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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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OJO ENERGÉTICO

Argentina y los perversos subsidios

Argentina y los perversos subsidios
Los subsidios prolongados terminan siendo perversos para las sociedades. Los sucesivos gobiernos de nuestra región han instaurado o conservado subsidios, algunas veces con muy sensibles intenciones, pero las más de las veces en afán de votos y mantenerse en el poder. Empero, los subsidios pasan factura tarde o temprano. A continuación un análisis de qué estimulan los subsidios en energía, los resultados al aplicarlos en algunos países y, finalmente, lo que acontece en Argentina por mantenerlos por década y media. Lamentablemente, los subsidios a los energéticos van en contra de toda tendencia para conseguir eficiencia y competitividad. Cuando los energéticos tienen bajos precios, nadie los preserva y el consumo es generalmente desmesurado. No hay señal para tomar la eficiencia energética con seriedad y el derroche es el derrotero.

Los que más se benefician de los subsidios son aquellos que cuentan con acrecentados recursos económicos, por ejemplo las familias con dos o tres vehículos, los que viajan constantemente, los que tienen piscinas calefaccionadas y otros placeres de alto consumo energético. Por lo tanto, el que menos tiene, el que anda a pie, en bus, en metro, el que mora en una habitación, termina subsidiando al que más recursos posee.

Sufren las economías porque ven sus arcas desangrarse. Cuando toca hacer ajustes y levantar subsidios, las sociedades no están preparadas. Se producen crisis políticas, institucionales y sociales muy fuertes, como en el caso de Argentina. Fuertes subsidios a la energía por prolongados periodos también llevan a desabastecimientos, como en el caso de Venezuela y Argentina. Se ahuyentan inversiones para generación de energía eléctrica y exploración de hidrocarburos, y se termina importando estos productos. En detrimento de los ciudadanos, los servicios públicos de transporte y distribución se deterioran, no se expanden.

Algunos estudiosos aducen que sostener precios de energía subsidiados es un aliciente para el desarrollo y crecimiento económico. Esto no es cierto porque, por ejemplo, países como Chile, Perú y Paraguay, que no han practicado subsidios, han liderado el crecimiento económico en la región. Entre 2011 y 2015, el promedio del PIB fue: Chile 3.84 por ciento , Perú 4.78 por ciento y Paraguay 4.98 por ciento . Argentina y Venezuela, que mantuvieron elevados subsidios a los energéticos, en el mismo periodo han logrado tasas de crecimiento promedio de 2.93 por ciento y 0.31 por ciento , respectivamente.

El caso de Argentina es probablemente el más emblemático de la región. Desde 2001, el país practica fuertes subsidios a los precios de los energéticos, lo que lo ha transformado de neto exportador a importador. Las importaciones de energía llegaron en 2013 a bordear los 12.000 millones de dólares, en un país que no requiere importar, porque tiene energía en abundancia y la puede producir. Eso ha contribuido a desangrar su economía.

En Argentina, los servicios públicos de transporte y distribución de gas natural y electricidad están deteriorados, no se expanden. Existen fuertes racionamientos de gas natural en invierno y de electricidad en verano. Argentina paradójicamente se ha tornado en el mayor “subsidiador” de importaciones de energía de toda América Latina. Es decir, importa caro para vender barato. Debería por lo menos producir caro para comercializar barato y fomentar inversión, empleo y pago de impuestos.

El nuevo Gobierno del presidente Macri está tratando de corregir esta anomalía, levantando los subsidios. Esta medida antipopular está deteriorando su caudal político, causando un feroz malestar social y poniendo en riesgo hasta una futura gobernabilidad. Los ciudadanos no están en capacidad de tolerar alzas de precios de entre 300 y 500 por ciento . En el otro lado del espectro, la economía Argentina tampoco puede seguir sobrellevando un creciente déficit fiscal por importaciones y subsidios de energía. Es una brutal encrucijada.

Los resultados en Venezuela son desastrosos y conocidos. No vale la pena analizarlos. Ecuador y Bolivia son los otros dos países con fuertes subsidios a sus energéticos. En ambos se está tratando de paliar los subsidios con fuertes inversiones estatales en proyectos hidroeléctricos, que permitan reemplazar GLP y derivados del petróleo en Ecuador y gas natural en Bolivia. Esperemos que las medidas sean acertadas y funcionen. Conclusión: los subsidios deben ser focalizados y de corto aliento. Caso contrario, se tornan perversos.