Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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DE FRENTE

Rehenes de la informalidad

Rehenes de la informalidad
Las movilizaciones de los llamados “cooperativistas mineros”, sector ajeno a la filosofía, los principios y valores del cooperativismo, han generado un clima de intranquilidad y angustia en la población. El sector funciona como máquina succionadora de la riqueza nacional. En tiempos de mayor bonanza económica, cuando los precios de los minerales se encontraban muy altos, qué lejos estuvieron de invertir en maquinaria para mejorar sus condiciones de trabajo y aportar al erario nacional, pagando impuestos como lo hace cualquier ciudadano que realiza una actividad económica. El sector optó por el clientelismo político, comprometiendo la voz y la voluntad, no solo de sus socios, sino de los que trabajan para ellos en condiciones inhumanas, para ponerlas al servicio del partido en el poder. Las ventajas que sacaron permitieron, al menos a los dirigentes, acumular fortunas que sin empacho alguno ostentan, todo ello en contradicción con los valores éticos del cooperativismo: honestidad, transparencia, responsabilidad social y preocupación por los demás.

Por su parte, las autoridades del Gobierno, expertas en la instrumentalización de las miserias humanas como la codicia, la prepotencia y el autoritarismo, no percibieron peligro alguno en ceder a todas las exigencias políticas, impositivas y económicas a cambio de un apoyo militante al partido y del ensalzamiento de la figura del Presidente, poco menos que como el mesías de la clase trabajadora.

En estos tiempos en los que la crisis internacional se deja sentir, este sector extractivista privilegiado pone en jaque al Gobierno mostrando todo su desprecio por la autoridad, la vida, la seguridad de las personas y la economía del país. Haciendo gala de prepotencia, se dieron el lujo de tomar rehenes, torturar y humillar a policías que cumplen con sus atribuciones legales y las órdenes de sus superiores.

Convencidos de la impunidad de sus actos porque el Gobierno se halla atado de pies y manos, tomaron de rehén al viceministro Illanes, encargado de crear las bases para un diálogo que permita solucionar el conflicto. Lo sometieron a un trato cruel e inhumano hasta acabar con su vida, conducta que justifican como respuesta a la muerte de dos mineros por supuesta acción de la Policía.

Es lamentable la muerte de cualquier ser humano, pero es inconcebible una muerte provocada con crueldad y con previo sometimiento a tortura y humillación a la dignidad humana, como ocurrió con el viceministro Illanes.

En los hechos, los bolivianos/as somos rehenes de la informalidad y la delincuencia empoderada y la que menos aporta al país y al bienestar de la población.