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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Día de la Dignidad del Adulto Mayor

Día de la Dignidad del Adulto Mayor
El Decreto Supremo Nº 264 de 2009 decreta que el 26 de agosto de cada año se debe recordar el Día de la Dignidad del Adulto Mayor. En Bolivia existen unos 932 mil de ellos y ellas, el 31 por ciento se encuentra en La Paz.

Dicho decreto, firmado por el presidente Evo Morales, tiene el objetivo de promover los derechos de los adultos mayores y ampliar el régimen de descuentos y privilegios establecido por ley.

Tres artículos están orientados a dicho objetivo y tienen que ver con la incorporación de programas específicos de apoyo, desarrollo y protección del adulto mayor en la planificación de los ministerios de Educación y Salud. Además, el Ministerio de Justicia deberá promover, en entidades públicas y privadas, el reconocimiento de estas personas y, finalmente, las empresas estatales deben ofrecer a los adultos mayores descuentos de hasta 40 por ciento en sus tarifas regulares para personas de más de 60 años.

No solo debemos verificar que dichas disposiciones se cumplan, sino deberíamos pensar y diseñar políticas integrales a la hora de trabajar por una vejez digna en Bolivia, la que hoy no existe.

Se trata de uno de los sectores más vulnerables del país por el trato del que es objeto. De hecho, seis casos de maltrato contra ellos son atendidos cada día en Bolivia, y esto no se está logrando revertir como se esperaba.

¿Qué nos pasó?, ¿cuándo nos volvimos así? Otrora los adultos mayores eran respetados porque se los consideraba parte de la reserva moral de una sociedad y personas a las que la experiencia las había hecho más sabias.

Eso no va más. Hoy, si los adultos mayores “tienen suerte”, sirven de niñera de los hijos de sus hijos y, si no la tienen, son abandonados en hogares o, peor aún, son echados a la calle, donde terminan mendigando.

No queremos recordar que si estamos en este mundo y no nos morimos antes es porque alguien nos cuidó, nos alimentó, nos hizo curar cuando estuvimos enfermos y trabajó duro para que pudiéramos estudiar no solo en el colegio, sino en una universidad para quienes tuvieron ese privilegio en un país donde no todos logran salir profesionales.

A esas personas que un día nos fueron tan “útiles” las dejamos un buen día de ver como tales a partir de percepciones absurdas como “eso fue en tus tiempos”, “ahora ya no es así, eso es antiguo” o frases en las que no solemos detenernos un momento para pensar lo que significan porque el hecho de que exista hoy mayor tecnología que antes y que sepamos usarla mejor que nuestros abuelos o padres no implica que hayamos aprendido a vivir mejor y, sobre todo, a ser más sabios en la manera de ver el mundo.

Y es que hay cosas que no han cambiado a pesar de toda la revolución tecnológica mundial: lo más valioso de la vida es la vida misma y no un celular inteligente o el haber aprendido a usar mayor número de aplicaciones o estar muy a la moda con todo lo que implica el interactuar en las redes sociales.

Sin embargo, parte del argumento que pareciera hoy impedir a los jóvenes acercarse a los adultos mayores en busca de consejo es que ya están muy desactualizados y, por tanto, lo que puedan decir no sirve para nada.

Felizmente existen culturas (aún sabias), en las que los adultos mayores no solo son escuchados por los hijos y nietos, sino por la sociedad porque están sirviendo de asesores en áreas y temas en los que se volvieron un día expertos, importante porque el hecho de que estas personas se jubilen no significa o no debiera significar que sean tratadas como si estuvieran muertas, no es así, no tiene por qué ser así. En Bolivia tenemos mucho que aprender y hacer al respecto. Tenemos que devolverles la dignidad a nuestros queridos viejos.