Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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NOESIS

¿Que no hay oposición ni programa?

¿Que no hay oposición ni programa?
Los principales voceros gubernamentales, a la cabeza del Vicepresidente, cansinamente machacan ante la opinión publica un viejo sofisma: “¡No hay oposición! ¡No tienen proyecto, no tienen programa de país!”. ¿Es esto verdad? En un coloquio con analistas políticos, todos coincidieron en que las afirmaciones de los ideólogos del Gobierno lograron, en parte, su efecto, pero que, analizando en detalle, son medias verdades. Una cosa, dicen los expertos, es que la oposición haya sido derrotada, otra que haya sido aniquilada. Una cosa es que los vientos dominantes hayan estado en favor de los movimientos populistas, otra es que hayan sido los únicos ventarrones. Haciendo una revisión de los últimos 10 años, encontraremos algunos hitos que demuestran que la oposición, en sus diversas expresiones, no estuvo ausente y que, en su peor aleteo, supo sobrevivir y sacar fuerzas para no solo sentar presencia, sino influir en la agenda nacional en asuntos y momentos determinantes.

Veamos. 2008: reforma de más de 100 artículos de la nueva CPE, que impidió una copia a rajatabla de una Carta Magna chavista y catalana. 2010: defensa del TIPNIS y desenmascaramiento del régimen en su dimensión étnica y pachamamista. 2011: derrota de la oficialista Jessica Jordan en elecciones a Gobernación en el Beni. Ese mismo año, derrota en la elección de magistrados por voto popular, imponiéndose los blancos y nulos impulsados por la oposición. 2012: derrota del oficialismo para la Alcaldía de Sucre. 2013-2014: se cae el caso terrorismo con los exilios del entonces senador Roger Pinto, del fiscal Marcelo Soza, y por el asesinato de Hanalí Huaycho a manos de Jorge Clavijo, involucrado en la matanza del hotel Las Américas. 2014: Pagina Siete hace las primeras denuncias sobre el Fondo Indígena, punta de lanza para el destape de uno de los casos de corrupción más escandalosos a nivel gubernamental. 2015: derrota del oficialismo en ocho de las 10 principales ciudades de Bolivia, en las justas autonómicas de marzo. El mismo año, en octubre, cinco departamentos de occidente le dicen “No” a los estatutos impulsados por el MAS. Y el 21 F fue la mayor derrota del Gobierno. En todo caso, la oposición en todas sus vertientes no es consciente o no quiere asumir que, a pesar de su derrota, existe y, a veces, es ella misma responsable de su infravalorización. Por otro lado, aún no ha demostrado voluntad de ponerse creativa, imaginativa y modernamente a la altura de los

desafíos que se avecinan, porque sigue aferrada a prácticas caudillistas, aislacionistas y confrontacionistas.