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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Olimpiadas, una oportunidad para la paz

Olimpiadas, una oportunidad para la paz
Ocho siglos antes del nacimiento de Cristo, señalan los historiadores, los antiguos griegos hacían una pausa en todo conflicto para dedicarse al deporte. “A los griegos les encantaba matarse entre sí, pero además de la guerra practicaban otros deportes. Competían en la ciudad de Olimpia, y mientras las olimpíadas ocurrían, los griegos olvidaban sus guerras por un rato”, escribió el uruguayo Eduardo Galeano.

Desde entonces, no mucho ha cambiado: la mayor cita multidisciplinaria del deporte es también un tiempo y una oportunidad para la paz. La violencia no cesa en el mundo, pero los más de 13 mil atletas de más de 200 países expresan un mensaje de fraternidad, de unidad en la diversidad, de esfuerzo para lograr objetivos, en suma de los más altos valores de la humanidad.

Como es costumbre reciente, las Olimpiadas de Río de Janeiro 2016 han comenzado ya el miércoles, aún antes del encendido de la llama olímpica que brillará desde hoy, con los partidos de fútbol de las categorías damas y varones. Ya en ellos los competidores hacen gala de entrega y sacrificio para la consecución de sus objetivos.

Los trigésimos primeros JJ. OO. se han visto sin embargo, como en otras ocasiones, amenazados por extremistas contrarios a la paz. La noticia sacudió a Brasil y al mundo a mediados de julio: diez personas fueron arrestadas en el país por presuntos vínculos con un grupo militante islámico y por tener planes para realizar ataques “terroristas”, informaron las agencias noticiosas. Tras las recientes masacres en Europa y Estados Unidos perpetradas por los yihadistas, el hecho ha preocupado no solo a los organizadores, sino a todos quienes condenamos las muertes de inocentes y la violencia en general.

A más de lo anterior, las Olimpiadas llegan este año a una nación sumida en una profunda crisis política y económica. Reflejo de ello, por ejemplo, es que ni la presidenta brasileña depuesta, Dilma Rousseff, ni su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva asistirán hoy a la apertura del certamen. Ha sido asimismo muy difícil para el país sudamericano el tener todo a punto para el inicio de la competencia. Corrupción en la construcción de las obras, denuncias sobre su posterior inutilidad y las sempiternas demoras en las entregas han lastrado parte de la imagen del encuentro tutelado por el Comité Olímpico Internacional.

Tal panorama de ineficiencia, salvando las enormes distancias, nos trae a la memoria nuestra propia realidad. Nuestra ciudad será sede de los Juegos Suramericanos Cochabamba 2018 y, según una investigación de OPINIÓN, al momento solo 8 de 37 escenarios previstos reúnen las condiciones adecuadas. Muchos de los reductos ni siquiera tienen proyectos aprobados. Además, tal como denunciaron varios sectores, la organización avanza lentamente y muy centralizada en las decisiones del Ministerio de Deportes, lo que no permite un verdadero trabajo mancomunado de todos los sectores de la sociedad civil.

Y, en cuanto a lo propiamente deportivo, nuestra situación es igualmente poco esperanzadora. El periodista Moisés Revollo lo advertía en estas mismas páginas: “Comienzan los XXXI Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, Brasil, y Bolivia asistirá con una representación de 12 deportistas (…). No alcanza el talento y esfuerzo individual del grupo que está en Río. Nueve de esos soñadores ganaron un espacio con las marcas mínimas. Es casi imposible que consigan el objetivo principal de una medalla olímpica”. Sobre este punto habrá que igualmente decir que en el exterior la situación no es tampoco óptima, pues el deporte internacional está siendo afectado por masivos y escandalosos casos de dopaje que desvirtúan la sana competencia.

Con todo y pese a todo, ya vendrán las postales de las Olimpiadas. Rostros sudorosos festejarán la sacrificada victoria, mientras lágrimas contrastarán en el rostro de los derrotados. Exultantes atletas se envolverán con las banderas de sus países y abrazarán a sus colegas en gran gesto de pacífica concordia.