Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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DORA GUTIÉRREZ RIVAS COMANDA ESTA EMPRESA FAMILIAR QUE LLEVÓ EL SAZÓN BOLIVIANO A MADRID. EL RESTAURANTE TIENE TRES SUCURSALES Y ESTE AÑO INICIA LA EXPORTACIÓN DE SALTEÑAS A EUROPA.

La Perla Boliviana es la segunda embajada de migrantes en España

La Perla Boliviana es la segunda embajada de migrantes en España



“Lo que más extrañas, además de la familia, es la comida”, dice Juan Javier Solís, uno de los miles de migrantes, oriundos de la capital gastronómica de Bolivia, Cochabamba. La nostalgia por los aromas y sabores de aquella comida del pueblo fue sosegada por la familia Bolaños Gutiérrez, que dio origen al restaurante La Perla Boliviana, el año 2003, considerado hoy como la segunda embajada del país en España.

Una sopita de maní, un picante mixto, más su malta o refresco de moqonchinchi (durazno deshidratado) fueron parte de la primera oferta culinaria. Hoy se pueden degustar hasta los más complicados platos del menú nacional, como el p’ampaku, las planchitas y el pique macho.

Como abejas a la miel, así llegaban los residentes bolivianos a este modesto restaurante que funcionaba en ambientes alquilados y que ahora tiene tres sucursales, en los que cada fin de semana atiende hasta 500 comensales.

¿Cuál fue la causa de tal concentración? “La herencia de las manos benditas de mi madre”, dice orgullosa, Dora Gutiérrez, quien lidera este negocio familiar, junto a su esposo Alberto Bolaños y sus hijos Carmen, Dennis y Lan.

La exigencia de ingredientes para sacar los sabores bolivianos ha tenido limitaciones. “No había chuño para el picante, entonces tuve que comprarme papitas menudas y por teléfono me hacía enseñar cómo se hacía”.

Otro de los ingredientes difíciles de conseguir era el mote para el chorizo y el chicharrón. Dora buscó y encontró a una empresa peruana que importaba alimentos y logró que puedan llevarlo hasta Madrid, aunque ahora ya es más fácil encontrar a empresas bolivianas comercializando los denominados “productos nostálgicos”.

Con toda la variedad de platos y la diversidad de grupos folclóricos que llegan hasta este restaurante, los migrantes tienen una pequeña Bolivia en España. “Han llegado grupos como los Kjarkas, Bonanza, Dalmiro Cuéllar, Enriqueta Ulloa, Ch’ila Jatun... y también nos ha visitado el presidente Evo”, recordó.

Habiendo cubierto toda la gama de platos bolivianos, Dora incursionó en la venta de salteñas para la que requirió la contratación de un experto que llegó desde Bolivia. En enero de este año, logró obtener el registro sanitario para iniciar la venta en España y en otros países de Europa.

La afluencia de gente ha permitido que este lugar se convierta en algo así como la base de operaciones en muchas actividades. Una de ellas y, sin duda, la más importante, es la Festividad de Urcupiña.

La devoción de esta familia quillacolleña impulsó a Dora a volver a Quillacollo y llevar, a su regreso, una imagen de la Virgen de Urcupiña. “Decidí ponerle una misa y hacerle una pequeña fiestita, que sin querer ha ido creciendo y ahora celebramos la 13va versión de la Entrada Folclórica a la Virgen”, contó Dora. El talento de los hijos para los bailes nacionales, dio el puntapié que necesitaba para animar a muchos paisanos a sumarse al festejo. Los tres primeros años la familia encargaba hasta Bolivia los trajes para los diferentes bailes.

“Eran cinco danzas y los que bailaban tenían que cambiarse y volver a entrar. Ahora incluso llegamos a reunir a 20 mil personas, con 1.800 bailarines y 60 fraternidades”, dijo Dora.

Las autoridades de Madrid otorgan el permiso para que la festividad se desarrolle en la calle donde está ubicado el restaurante.

Además, otras actividades cívicas y culturales son desarrolladas en este espacio. Una de las sucursales del restaurante es alquilada para que bolivianos celebren sus bautizos, matrimonios y otros festejos.

Voy a viajar y conocer mi país de rincón a rincón

Dora Gutiérrez Rivas

Propietaria La Perla Boliviana

La Perla Boliviana me ha dado satisfacciones grandes. Recuerdo aquella vez que mi restaurante estaba lleno, más de 120 personas, y contraté a un grupo musical que interpretó un tema de los Kjarkas... cómo se emocionó la gente, mi cuerpo se estremeció al ver a algunos que se alegraban y a la mayoría que lloraba, por el simple hecho de escuchar algo de allá (de Bolivia). Algunos me abrazaban y decían “gracias por darnos esta alegría doña Dora”.

Han pasado muchos años y ahora quisiera descansar, voy a pasar el negocio a mis hijos y voy a disfrutar de mis nietos.

A veces pienso y digo ‘¿Si vuelvo a Bolivia?’, pero luego digo ‘no’. Los bolivianos somos muy apegados a la familia y todos mis hijos, hermanos están aquí (España).

Lo que sí voy a hacer, es viajar y conocer mi país de rincón a rincón.