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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Niños testigos del feminicidio de mamá: odio, dolor y culpa

Niños testigos del feminicidio de mamá: odio, dolor y culpa

 

Lucas (nombre cambiado) tenía 12 años cuando su madre lo tomó de la mano y corrió con él a pedir auxilio a una pareja de vecinos que siempre le brindaban cobijo cuando su esposo estallaba en ira. Lucas se daba cuenta que su madre temblaba de miedo y dentro de él rogaba porque la ayuda llegara una vez más.

Pero no llegó. Los vecinos no oyeron los gritos de su madre y ella, al ver a lo lejos a su marido, se agachó y le pidió: “Hijito me vas a cuidar ya?”. Lucas se lo prometió. Y el recuerdo de no haber podido cumplir esa promesa le ha generado un sentimiento de culpa que no ha podido superar, pese a que ya han pasado más de 15 meses desde aquella horrible noche en la que se convirtió en el testigo principal del feminicidio de su madre. Como Lucas existen varios niños y niñas que han visto los asesinatos de sus madres y, en todos ellos, las marcas en sus almas son indelebles. Lucas hizo de todo para salvar a la suya, pero su padre era más fuerte que él y no solo lo acusó de “alcahuete”, una palabra cuyo significado ni siquiera conocía, sino que lo arrojó contra el piso varias veces para evitar que la protegiera. El menor no deja de pensar en que cuando vio a su madre sangrar de la frente y la nariz debió haber llamado a la Policía. Su mami agonizaba inconsciente, pero él creyó que solo estaba cansada de luchar. Ahora ya tiene 13 años y su corazón se ha llenado de odio y dolor. Por eso cuando una de las juezas le preguntó hace unos días, en el juicio, si perdonaría a su padre, Lucas respondió rotundo: “No. De qué sirve que me pida perdón? Eso no me va a devolver a mi madre. Nos ha quitado a mi mamá. No quiero”.

La psicóloga clínica del Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF), Lorena Cox, que ha sometido a pericias a varios de ellos, dijo que es muy difícil superar la muerte de un ser querido cuando ésta ha sido violenta y los testigos son niños.

Requieren de terapias psicológicas, familias estables que se relacionen sin maltratarse y mucho amor para vencer la trágica experiencia. “Estos niños llegan a desarrollar baja autoestima, insatisfacción, agresividad, impulsividad, rebeldía, pueden tener conductas inapropiadas, sufrir una inadecuación intelectual, social y están en riesgo de enfrentar problemas sexuales y generar un alto grado de resistencia a las autoridades”, describió. A largo plazo, y sin contención, la traumática experiencia puede impactar el desarrollo social de estos menores y traer consecuencias como relaciones interpersonales perturbadas, trastornos emocionales y pueden llegar a maltratar a sus propias familias, según la experta.

Intimidación

El padre de Lucas, luego de ser detenido, le exigió a su hijo que callara amenazándole con matarle al salir libre.