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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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LOS JUECES HALLARON CULPABLE A JUAN RENÉ TORRICO CERRUDO DE MATAR A GOLPES A SU ESPOSA JENNY FERNÁNDEZ QUISPE. LOS VECINOS DICEN QUE VOLVIERON A OIR SUS LAMENTOS ANTES DEL FALLO.

Dan 30 años a músico feminicida luego del testimonio de su hijo

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Un adolescente de 13 años miró a su padre a la cara y con la mirada llena de dolor le contó a los jueces cómo lo había visto asesinar a su madre el 9 de marzo de 2015, luego de que ella padeciera años de violencia a su lado. Su testimonio, sumado a las pruebas científicas y documentales acumuladas por policías y la fiscal Cynthia Prado, logró que el Tribunal de Sentencia 2 de Cochabamba hallara culpable a Juan René Torrico Cerrudo (36) y lo condenara a 30 años de prisión en El Abra, sin derecho a indulto, por el feminicidio de Jenny Roxana Fernández Quispe (37).

La mujer sufrió 15 años de maltrato. Torrico comenzó a golpearla el mismo día de su boda y sus padrinos tuvieron que intervenir. Cuando quedó embarazada de su hijo varón fue maltratada y Jenny le pidió ayuda a su madre, pero ella le dijo que estaba casada y debía resolver sus problemas con su esposo. Por un tiempo se fueron a vivir a Oruro, donde las golpizas continuaron y Jenny tuvo que ser hospitalizada cuando él trató de asfixiarla. Volvieron a Cochabamba y Jenny intentó ganar dinero abriendo una tienda de barrio y preparando comidas, pero Torrico inutilizaba los productos para obligarla a depender de él. Fue con su hijo a denunciarlo a la Policía, pero sus lesiones no eran gravísimas y no le dieron importancia. Se embarazó de su niña y Jenny fue postergando su salida, por su necesidad económica y por la falta de apoyo. Torrico era cantante en un grupo que amenizaba fiestas y la obligó a endeudarse para comprar equipos de amplificación. Ese era otro factor que los mantenía juntos. La familia se fue a vivir cerca del Politécnico Militar, por la avenida Petrolera. Cuando Jenny era agredida, unos vecinos solían acogerla en su casa. El 8 de marzo de 2015, Torrico debía amplificar en un bautizo de la familia y Jenny asistió a la reunión, pero volvió a su casa más tarde con sus hijos. La hija de cuatro años le contó a su padre que su mami se había dormido en una silla y él dedujo que había bebido, pero, en realidad, según relató la fiscal Prado en el juicio, “era por el cansancio, pues ella se levantaba de madrugada a cocinar para la venta”. Juan René la amenazó y ella salió con su hijo, entonces de 12 años, a clamar ayuda a sus vecinos, pero no la oyeron. Le pidió a su niño que la cuide y él se lo prometió. Juan René la tomó de los cabellos, la arrastró por el piso y la estrelló contra unas gradas. Le vació un balde con agua en el cuerpo y ella resbaló. Su hijo corrió a protegerla mientras le gritaba a su padre que la deje en paz, pero Juan René lo arrojó lejos para seguir golpeando la cabeza de su esposa contra un catre. Jenny gritaba para llamar la atención de sus vecinos, pero ellos, acostumbrados a esos gritos, pensaron que la mujer estaría bien. La víctima comenzó a sangrar de la nariz y de la frente a las tres de la mañana, pero Juan René no quiso llevarla a un hospital. Su hijo quiso limpiarle la sangre y el padre lo envió con su hermana. Al día siguiente, el niño corrió a ver a su madre, pero ella ya estaba muerta por una hemorragia intracraneal. A los gritos del menor llegaron los vecinos. Torrico fue aprehendido y quiso hacer creer que su esposa se había caído, pero su cuerpo estaba lleno de signos de violencia. Dieciséis meses después del feminicidio, y un día antes de la lectura de la sentencia, los vecinos cuentan que volvieron a oir los lamentos de Jenny. Acudieron al juicio a exigir justicia y anunciaron que darán una misa en memoria de Jenny. “En verdad, para pedirle perdón por haber permitido que la mataran”, dijo una de ellas, muy conmovida.