Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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JAMUT’ARINA REFLEXIONEMOS

¡Chistosito!

¡Chistosito!
¡Asichiqlla! En medio de tantas contradicciones, las personas encuentran palabras para no enojarse y evadir con elegancia situaciones de injusticia o sometimiento. La palabra “chistosito” encierra enfado, enojo, protesta, cuestionamiento.

Cuando las personas sienten que son abusadas en su generosidad, paciencia y bondad, responden: “¡Qué chistosito!”. Esta expresión también se aplica al modelo educativo socio comunitario productivo. Con el argumento de proteger a la Madre Tierra y evitar su contaminación, justifican la expansión de las empresas trasnacionales que inventaron los plásticos, los materiales descartables y los productos tóxicos.

Qhasimanakaqta descolinizakusanchik niwanchik. Kay kamachiy yachaymanta, q’upakunawan puquykunata ruwananku nin, chantapis mana khuchichanachu tiyan (En vano dicen que nos estamos descolonizando. La ley educativa dice que debemos reciclar la basura y no debemos ensuciar).

Resulta hasta humillante observar que en algunas unidades educativas obligan a los estudiantes a utilizar las bolsitas de desayuno escolar para costurar carteras, ropa y alfombras. También obligan a utilizar las botellas descartables para hacer adornos y juguetes. Existe una incorrecta comprensión de la educación productiva. Esta no es producir basura de la basura.

Somos producto de la colonización, de la corona española y del imperialismo. Ahora somos colonia del modernismo y del posmodernismo, que priorizan la comodidad y el bienestar del hombre, a través del dinero y el materialismo.

La invasión de productos extranjeros, como los de China, no solo ha cambiado nuestra forma de vida, de equilibrio y respeto a la Madre Tierra. Ahora tenemos que adaptarnos al vertiginoso avance de la ciencia y la tecnología, y a sus consecuencias irreversibles para el habitad. El nuevo paradigma colonizador inventó una palabra mágica, “reciclaje”, y obliga a los países consumidores a reciclar sus materiales contaminantes, teniendo como brazo operador al sistema educativo. El currículo oculto obliga, mediante estrategias, a trabajar el reciclaje y la reutilización de materiales contaminantes. Solo así se justifica la competencia que existe entre unidades educativas para recolectar botellas de plástico. Y para reforzar esta actividad, por las redes sociales pretenden establecer que la producción agrícola se hace en botellas.

¡Asichiqlla! ¿Mayk’aq kama k’upa jap’iqllapuni kasunchiq? Imarayku chay jatuchik empresas nisqa llaqtanman k’upankuta apakapunkuchu (¡Chistosito! ¿Hasta cuándo seguiremos recibiendo basura? ¿Por qué las grandes empresas no llevan su basura a su país?).