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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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NOESIS

El fiasco de las estatales

El fiasco de las estatales
¿Cuáles fueron y son los factores que llevaron a que Enatex fracase y, a partir de ella, las empresas estatales? El Gobierno piensa que el valor está en la propiedad de los bienes raíces, las instalaciones, la maquinaria, y eso es falso. Infraestructura, bienes raíces y maquinaria se compran. El fetichismo de lo tangible lleva a los estatistas a olvidarse de que lo más importante de una empresa está en su gente, su tecnología y los mercados que gana. La gente se forma, la tecnología se desarrolla y el mercado se conquista. Eso toma años, décadas, y es algo que se debe preservar. Pero a los estatistas es lo que menos les importa, pues creen que, poseyendo la infraestructura, han conquistado todo. En la lógica gubernamental que se mete a hacer empresa, no se considera que lo más importante de una compañía es su personal capacitado, disciplinado, que sigue procedimientos y que, gracias a su normalización, es capaz de conquistar mercados altamente competitivos.

En muchos casos, y en especial en el de Enatex, la motivación de la nacionalización fue deshacerse del dueño, antes que perseguir un sueño. Es decir, el objetivo era mostrar el poder del Gobierno, del aparato estatal, antes que perseguir un ideal sostenible de desarrollo y progreso. El objetivo era lograr un impacto ideológico partidario antes que el logro del bien común. A los nacionalizadores los guía el odio y resentimiento político en la toma de decisiones. Siembran los mismos fracasos futuros.

Como consecuencia de estas decisiones, todas las empresas estatales se politizan, y exigencias como productividad y acometividad son desplazadas en favor de exigencias de pegas y espacios de poder. La gente no trabaja por política, sino por carrera, orgullo, hábitos, reconocimiento y dinero. Las ideas del esfuerzo y la superación de los trabajadores son desterradas por los comisarios políticos fungidos en gerentes o directores de empresa. Bajo estos “ejecutivos políticos”, prima entre los trabajadores el amarrahuatismo, el chisme, el pago sin productividad y las exigencias sin dar nada a cambio.

De esta manera, en vez de tener gerentes y CEO, lo que se tiene en las empresas estatales es militantes a quienes no les importa la empresa, sino descuartizarla para dar espacios a los caciques superiores que los nombraron en el cargo. Es por ello que sus decisiones no son tomadas en función de los logros y desafíos de la empresa, sino de los favores a pagar a los jefes que los nombraron en cargos que les permiten ganar jugosos sueldos sin rendir cuentas de desarrollo. Son gerentes de papel porque no mandan y, peor, no conocen la empresa ni sus necesidades.