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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Día de la Mujer Boliviana

Día de la Mujer Boliviana
Las mujeres son pulpos que pueden realizar más de una tarea al mismo tiempo desde que abren los ojos por la mañana. Se alistan para ir al trabajo; ayudan a los hijos a vestirse si son pequeños; les dan el desayuno; se pintan apresuradamente y parten al trabajo. A la hora del almuerzo y de la cena, la cantidad de tareas se repite. Otras (con menos suerte) se levantan antes de que madrugue el sol para dejar el almuerzo hecho. Terminadas las tareas del hogar, cargan al diminuto de la casa en su espalda y se dan modos para llevar en sus manos bultos para subirse al bus que logren hacer parar. Cuando llegan a su puesto en un mercado, dejan al pequeño en una caja de cartón y alistan su puesto para iniciar la venta del día. Más o menos, es así un día de una madre hoy.

En los trabajos, por realizar una o más actividades uno percibe un sueldo y a mayor responsabilidad y tareas, mayor el salario. Sin embargo, esto no ocurre en el hogar, donde la mujer durante siglos ha venido realizando tareas por las que nadie le ha reconocido nada a nivel económico y ni siquiera en los papeles y en las estadísticas su trabajo ha sido visibilizado y contabilizado.

A mediados del año pasado, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) difundió los resultados de un estudio sobre división de género y diversidad en el que indicaba que una madre debería percibir un sueldo de 5.416 dólares al mes. En Bolivia, ahora se habla de unos tres mil dólares; pero ni esa cifra está bien ajustada ni difundida y menos aceptada como tal, a pesar de que ya se tiene constitucionalizada la necesidad de contabilizar el aporte de las mujeres dentro del hogar en el artículo 338 de la Constitución Política del Estado Plurinacional que indica: “El Estado reconoce el valor económico del trabajo del hogar como fuente de riqueza y deberá cuantificarse en las cuentas públicas”.

En el caso del municipio de Cercado, existe un proyecto de Ley de la Economía del Cuidado Solidario que se habría presentado el 12 de abril de 2014 y aprobado el 18 de marzo de 2015, faltando solo el reglamento al respecto.

Dicha ley municipal señala que la sociedad desvaloriza el enorme valor económico del trabajo de la madre, a pesar de que varios estudios muestran que las empresas que se ocupan de sus empleados y sus familias tienen más éxito que aquellas que no lo hacen. La norma define el trabajo doméstico como una actividad productiva no reconocida ni estructurada a través de las relaciones mercantiles que abarcan tareas relacionadas con la organización y atención a la familia.

Incluso, por el sacrificio realizado, algunos especialistas consideran que el 60 por ciento de los ingresos de una familia deberían ser destinados a la madre; el 20 por ciento al esposo y el restante 20 por ciento a los hijos. Sin embargo, en la realidad es al revés porque hasta los regalos dados a las madres terminan siendo objetos usados por toda la familia. No solo eso, cuando ella quiere comprarse una cartera, lo piensa dos o tres veces y hasta se siente culpable de desear algo porque sabe que necesita dinero para cuidar a la familia.

¿Cómo las mujeres llegaron al extremo de sentirse culpables por un pequeño gusto para ellas cuando gracias a su esfuerzo las familias se mantienen? Simple: la sociedad se encargó de educarlas de ese modo; de hacerles sentir que su primer y gran papel en el mundo es el de reproductoras en el núcleo familiar como si únicamente de ella tuviera que depender el destino de una familia. Así se rayó la cancha durante siglos y ese es un yugo del que a muchas les costará liberarse, aun cuando tengan la puerta abierta porque las verdaderas cadenas yacen dentro de ella, desde siempre y con la amenaza de un para siempre.