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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Mujeres sanadoras

Mujeres sanadoras
La cualidad de la mujer para curar ha sido pasada por alto o minimizada por el mundo occidental. Ellas han hervido infusiones, aplicado fomentos, encajado huesos, recetado dietas y limpiado heridas a lo largo de toda la historia conocida, curando a amigos y parientes con su conocimiento del mundo natural.

En muchas sociedades tradicionales, se cree que las mujeres están iluminadas y tienen el poder de sanar de manera natural. Según Fisher en “El Primer Sexo”, en Jamaica, los chamanes se visten con ropa de mujer para adquirir el aura empática y curativa. Contrariamente, en épocas pasadas y en sociedades europeas, las mujeres con poderes curativos y contestatarias fueron consideradas brujas peligrosas.

Actualmente, en la cultura occidental, la mujer reclama un papel que no se ha perdido nunca en sociedades tradicionales, donde hay más hombres chamanes o yatiris, personas que curan con rituales mediante el contacto con la dimensión espiritual. No obstante, las mujeres son sanadoras innatas de los males cotidianos. De hecho, los antropólogos han comprendido que, en las citadas sociedades, las madres y abuelas con frecuencia diagnostican, curan y proveen el bienestar corporal. Fisher señala que “parte del arte de sanar de la mujer es su capacidad para escuchar, hablar, tocar, ofrecer empatía y afecto, dotes que provienen de la historia profunda femenina”. Sin embargo, no se trata de realizar la diferenciación establecida entre los sexos, sino de comprender las razones desde el punto de vista antropológico.

Con relación a la empatía o cualidad referida al trato emocional, según un interesante estudio, cuando las madres se relacionan con sus bebés, responden a los llantos, al menos una vez por minuto. Asimismo, si el niño emite gorjeos de felicidad, responden con el mismo sonido, no con el afán de imitar, sino como reconocimiento al sentimiento del bebé. A eso se llama “sintonía emocional”. Ellas abrazan, miran, vigilan a sus hijos. Son las primeras en hablar con ellos y hablar de ellos.

Gracias a la tenacidad y lucha de la mujer en todos los ámbitos profesionales, al presente ellas se están convirtiendo en una fuerza decisiva en las profesiones de la salud. Aportan un enorme capital a estas tareas porque poseen una expresividad emocional natural, propensión al trato afectivo, pasan más tiempo con los pacientes, muestran mayor preferencia por el trabajo en equipo. No solo atienden los síntomas, también se inclinan a mezclar prácticas médicas occidentales con curas alternativas como prevención. Esta condición elevada de la mujer como curadora emerge aliviando enfermedades naturales y también enfermedades del alma. Son muy valiosas en todo proceso, pues rescatan la recóndita naturaleza humana y la practican diariamente.

En mi opinión, la sintonía emocional y natural de la mujer, fruto del pensamiento de la diferencia, cuando trasciende al ámbito público logra dar respuestas a las necesidades sentidas, de forma tal que esta condición/percepción nos da el soporte para asumir compromisos en diferentes espacios de la sociedad. Lastimosamente, las “mujeres sanadoras” y contestatarias al orden patriarcal son brujas o son histéricas, tal como en la Edad Media.