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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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El poder tras los mandiles

El poder tras los mandiles
Si usted va por los mercados de Cochabamba, los mandiles de las caseritas será lo primero que vea antes de la invitación a “preguntar sin compromiso”. Sin embargo, podrá consultar por el precio, el color de la vestimenta e, incluso, si no existe una talla mayor o menor, pero seguramente no se le ocurrirá preguntar por el poder tras los mandiles.

Y es que así suele lucir en la pantalla chica la que manda sobre parte de los comerciantes de la ciudad de Cochabamba, Enriqueta Imaca, ejecutiva de la Federación de Gremiales, Artesanos, Comerciantes Minoristas, Vivanderos y Ramas Anexas. Es un personaje porque durante muchos años tuvo el poder de influir en intendentes, comerciantes y cuanto sujeto se pusiera al frente.

Aunque hay quienes creen que tal poder disminuyó y que, incluso, por ese motivo sus influencias están en pleno traslado hacia Quillacollo, lo cierto es que aún da batalla en las calles como si de eso dependiera el pan que se llevará a la boca en el día, y no es así porque ella es propietaria de varios bienes en Cochabamba.

A la mandamás de parte de los comerciantes no le gusta que ningún Intendente le lleve la contra y, a pesar de que ya tiene 63 años y pinta muchas canas, se resiste a dejar que se ordenen los mercados. Por ello, existen zonas de la ciudad en las que prácticamente ya no se puede transitar a pie, menos en carros para los que las calles han sido tomadas.

Sin embargo, a la hora de protestar contra la intendenta Luz Rojas, los argumentos son similares a los mandiles que por detrás ocultan grandes bienes como Villa Bonita, una mansión que antes fue balneario. Imaca también es dueña de la Galería Copacabana, donde alquila casetas. Ambos inmuebles están en Quillacollo, además de otro terreno. La dirigente asegura que todavía mantiene en Cochabamba su puesto, ahora atendido por una de sus hijas, en el mercado Pulacayo.

No solo eso. A la hora de prestarse dinero, ella, como en todo, lo hace a lo grande: “Con 230 mil compré mi casa de la Lanza, con 130 mil hice la construcción que hay (una galería comercial en la ciudad de Cochabamba), con 45 mil me compré un lotecito en el kilómetro 11 (a Quillacollo)”. Expresa que comenzó a tener utilidades de los puestos de su galería de la calle Lanza, de un salón de eventos y de los baños que hay en la misma construcción.

Y, ojo, ella no se dedicó únicamente al negocio como la Intendenta que dice trabajar mañana, tarde y noche. No, ella se casó y tuvo siete hijos. En los años 70 comenzó su vida sindical. Experta en las lides sindicales, bastaba que en un conflicto con los guardias municipales se mencionará su nombre para que ella cual paladín apareciera para defender a su sector.

A pesar de todas sus “hazañas” tanto sindicales como económicas, lo cierto es que la ciudad de Cochabamba necesita que ella descanse de todos sus compromisos comerciales y le dé a esta ciudad un respiro para poder ser reorganizada. Ella debe entender que está en juego no solo dinero, sino la calidad de vida de las futuras generaciones, entre ellas las de sus descendientes porque, si una urbe no puede ser ordenada, corre el riesgo de hacer inviable la vida a futuro para sus habitantes.

Sin embargo, como prometió retirarse si en la última marcha organizada por ella no se demostraba que aún tenía poder de convocatoria, se espera que cumpla tal promesa y muchos ciudadanos se lo podrían agradecer porque ya no vivimos en los años 70 ni Cochabamba es la misma, motivo por el que esta ciudad requiere con urgencia de una estrategia que incluya planes a corto, mediano y largo plazo para los mercados, y ojalá la Alcaldía se pusiera las pilas al respecto.