Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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RADICAL LIBRE

Esos bichos raros

Esos bichos raros
Los intelectuales somos, ciertamente, bichos. Como cualquier bicho, nuestro constante movimiento es relativamente despreciado; no tanto como para eliminarnos, no tan poco como para ignorar nuestra existencia.

Sin embargo, los intelectuales somos un tipo raro de bicho. Aristócratas del saber, oligarcas de la opinión, demócratas del poder público. Somos unos bichos raros, unos ornitorrincos de la palabra.

En circunstancias excepcionales, y solo en esas circunstancias que ahora parecen habernos alcanzado, este grupo indefinido, lastrado por su propia biografía colectiva, representa algo más que su propia opinión. Y alcanza una modesta visibilidad en el territorio social. Ese es el lugar desde el que los que carecen de la posibilidad de emitir su opinión apelan a los pocos que sí tienen esa posibilidad para expresar su mutismo.

Pero la publicada opinión de los pocos tiene que rendir cuentas: probar que algo sabe, demostrar ecuanimidad y, sobre todo, no estar contaminada por el poder del Estado.

Solo entonces un intelectual es reconocido como un intelectual. Y solo entonces su formación académica alcanza la legitimidad para intervenir en la vida pública, haciéndolo desde la perspectiva de lo que en mi juventud se llamaba pueblo, ayer sociedad y hoy audiencia.

La gente reclama que los intelectuales no seamos intocables, lo hace cada vez más enfáticamente y cada vez tiene más recursos —las redes sociales— para tocarnos amable o agresivamente en la intimidad de nuestras públicas opiniones.

Es esta demanda la que en este mundo nos obliga a responder recurriendo a la argumentación, a la explicación, al cuidado. Porque si se asume el privilegio de la opinión, hay que asumir también la necesidad de la humildad.

Quizá así la opinión pública no quede invadida, como tantas otras actividades socialmente imprescindibles, por los famosos o los mercenarios o los cobardes.

Quizá por esto, la opinión pública en Bolivia, sostenida por unos cuantos intelectuales, sea todavía pública y no fetiche del mercado.

Quizá actualmente, la opinión pública es la que sostiene el faro de la crítica y de la duda y de la soberanía del pensamiento.

Quizá hoy, la opinión pública es generalmente la opinión del pueblo.