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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Profesionales para los trabajos con futuro

Profesionales para los trabajos con futuro
El mundo ha cambiado de manera vertiginosa en los últimos años. Para graficarlo, los expertos suelen decir que mientras uno duerme, en otros lugares del mundo siguen inventando nuevas apuestas tecnológicas y económicas. Y lo dicen como una forma de transmitirnos que no importa cuánto nos apuremos en subir al tren de los cambios o mantenerlos en él porque siempre habrá algo que no sepamos hacer.

Sin embargo, no hay que perder de vista que, si bien no podremos conocerlo todo ni aprender cómo funciona toda la tecnología disponible, estaremos adecuándonos a la transformación si es que aprendemos como profesionales cómo desenvolvernos en medio del cambio.

Más que un cúmulo de conocimientos y destrezas, uno de los puntos centrales de este mundo de continuo cambio es la mentalidad con la que uno se enfrenta al mismo y la clave del éxito parece descansar en una actitud abierta de continua reflexión, crítica y autocrítica, dispuesta a aprender lo que no se sabe.

No es fácil. Las generaciones de nuestros padres y abuelos se acostumbraron a imaginar un mundo en el que lo único que tenían que hacer era vencer el colegio, luego la universidad y una especialización dependiendo de la profesión. Hoy, esto no es suficiente porque debemos convivir con procesos de capacitación permanentes, año redondo.

Por eso se espera que la principal cualidad de los profesionales de hoy y del mañana sea la de ser “estratégicos”, lo que equivale a decir que sepan moverse y convivir con las transformaciones continuas.

Sin embargo, es fácil decirlo, pero muy difícil hacerlo porque las personas tendemos a buscar y crear, donde estamos, espacios de confort que nos permitan trabajar sin mucho esfuerzo y sobre la base de lo que aprendimos un día a hacer. El problema de esta forma de lidiar con el día a día en un mundo tan competitivo está en el hecho de que tales espacios lo terminan convirtiendo a uno en enemigo del cambio.

Esto se debe a que los espacios de confort laboral se caracterizan por tener y mantener rutinas en las que se han fijado ciertas reglas de juego que no incluyen novedad, curiosidad ni creatividad. Por ello, la gente hace todos los días más o menos lo mismo, de la misma forma y genera productos similares.

Tal vez precisamente por ese motivo algunas agencias de publicidad, por ejemplo, han optado por contratar a gente muy joven que sea curiosa, creativa y, sobre todo, que rompa esquemas mediante novedosos productos. Incluso, cuando el personal empieza a dar señales de cierta monotonía, es reemplazado por sangre nueva.

Precisamente, la publicidad es un buen ejemplo para hablar del cambio versus espacios de confort porque cuando esta no es creativa y novedosa, no suele llamar la atención y, por tanto, no es efectiva en los públicos a los que apunta.

Otro buen ejemplo lo dan los literatos cuando lanzan frases como “he comenzado a repetirme” o “estoy cayendo en los mismos lugares” como una forma de decirnos que sus nuevos productos carecen de ciertos niveles de creatividad.

Lamentablemente, esta manera de mirar el mundo laboral desde la curiosidad, la creatividad y la continua transformación no es una constante en la mayoría de las personas, las que una y otra vez tienden a buscar y formar siempre espacios de confort, y muchas veces logran mantenerse durante años en los mismos.

Sin embargo, es a esta actitud a la que el mundo de la tecnología de hoy está barriendo y, por ello, personas que tienen más de 40 o 50 años se quejan de haberse quedado sin trabajo y atribuyen el hecho a su edad, sin darse cuenta, muchas veces de que más que la edad pudo haber pesado su actitud y su permanencia en zonas de confort que un día terminaron convirtiéndose en áreas obsoletas.