Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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EL LEGADO INDÍGENA DEL AMA SUWA, AMA LLULLA Y AMA QHILLA (NO SEAS LADRÓN, FLOJO O MENTIROSO), JUNTO A LA PUNTUALIDAD Y RESPONSABILIDAD SUIZAS, ES PARA MUCHOS LA APROXIMACIÓN A UN CIUDADANO PERFECTO.

Bolivianos en Suiza forjan nueva cultura con la trilogía quechua

Bolivianos en Suiza forjan nueva cultura con la trilogía quechua



Tres grupos de migrantes en Suiza, exiliados políticos, artistas y los becarios de la Fundación Simón I. Patiño vienen forjando una nueva cultura que fusiona la trilogía quechua del ama suwa, ama llulla, ama qhilla (no seas ladrón, mentiroso ni flojo) con la puntualidad y los valores de vida suizos.

Poco a poco, el desenvolvimiento de los bolivianos en el campo laboral, artístico y también en las actividades sociales fue distinguiéndolos del resto de la comunidad latina.

En muchos casos, su permanencia legal y la convivencia dio lugar a matrimonios que fusionaron dos culturas, una de raíces andinas con principios y valores de respeto al prójimo, a la Pachamama (Madre Tierra) y la otra de mucha disciplina y puntualidad.

“El hijo resultante de un matrimonio suizo-boliviano tiene todos los elementos para convertirse en el ciudadano perfecto”, asevera el periodista en Suiza, Edwin Pérez Uberhuaga.

“Los suizos que saben de nuestra cultura reconocen la riqueza cultural, que es muy distinta a la de cualquier latino”, expresa Doris Lima, quien vivió en Suiza becada por la Fundación. Un indicador de este fenómeno es que en las actividades culturales bolivianas, como las entradas de Carnaval, Virgen de Urcupiña, Cotoca y Socavón, las fraternidades están integradas, casi en igual número, por bailarines bolivianos y suizos, ya sean estos hijos, vecinos o compañeros de trabajo.

EXILIADOS Pérez señala que uno de los primeros grupos de migrantes establecidos legalmente fue el de los exiliados políticos, desde los años 1964 hasta los 80, época en la que las dictaduras obligaban a los líderes políticos a buscar asilo en el extranjero.

"Algunos me decían con ironía que llegaron con la beca Banzer o beca García Meza", recuerda.

Por su condición, el Gobierno suizo les dio casa, les enseñó el idioma y un dinero para su sustento, entre otras cosas, que facilitaron su residencia. Esto como parte de la política de protección a los derechos humanos.

MÚSICOS Casi al mismo tiempo llegaron músicos andinos, exponentes de toda la cultura quechua y aymara, principalmente, que fue muy bien recibida por la comunidad suiza.

Uno de los pioneros fue el grupo Los Jairas, acompañados del quenista suizo Bilbert Favre, “El gringo bandolero”. Dos de sus integrantes, Julio Godoy y Edgar “Yayo” Jofré, residen en Ginebra y continúan difundiendo la cultura boliviana.

ESTUDIANTES Desde los años 50, las becas de la Fundación Simón I. Patiño han sido las promotoras del traslado de estudiantes de excelencia para su formación.

La condición es que estos jóvenes retornen a trabajar por su país, sin embargo, su buen desempeño, los contactos profesionales, las relaciones de amistad y afectivas los seduce para quedarse.

Muchos de los que se quedaron fue porque al concluir los estudios continuaron con una ayudantía en la universidad, que posteriormente les abrió la posibilidad hacia un espacio laboral, según la responsable legal y de becas Fundación Simón I. Patiño, Rocío Sánchez.

“La mayoría va con la convicción de volver para aportar a Bolivia, pero para el caso de quienes se quedaron la oferta tuvo que ser muy buena”, dice Lima. Puntualiza que los que se quedan deben devolver todo lo que la Fundación gastó en ellos, desde pasajes, estadía, una renta, alimentación y todos los gastos.

La mayoría de estos tres grupos se ha integrado a una economía en la que la mano de obra altamente cualificada se emplea en rubros como la alta tecnología, la biotecnología y la industria así como la banca y los seguros. El sector servicios emplea el mayor número de trabajadores.

Además, Suiza se precia del alto estándar de su sistema de enseñanza pública. Al ser un país con pocos recursos naturales, su prosperidad depende, en gran medida, de su capacidad intelectual.

Comunidad

Llegada

Los primeros grupos de bolivianos que llegaron a Suiza fueron los exiliados políticos, casi paralelamente a los músicos que abrieron sus escenarios hacia los países del viejo continente.

Posteriormente se sumaron los estudiantes becados por la Fundación Simón I. Patiño.

“Exiliados económicos” repiten la realidad de ilegales en el mundo

Algo alejados de la realidad de exiliados políticos, estudiantes becados o artistas, están los desterrados económicos, aquellos bolivianos que se arriesgaron a viajar como turistas y se quedaron de manera ilegal en busca de mejores días.

Al llegar a Suiza, estos ciudadanos se encontraron con dos situaciones. La primera, una economía seductora que les permitía enviar remesas importantes a sus familias.

La segunda, la precariedad de su permanencia con la que solo pueden salir clandestinamente y someterse a condiciones laborales con desventaja.

“Para el trabajo informal siempre hay espacio en todo el mundo y Suiza no es la excepción”, cita Doris Lima, becaria de la Fundación Simón I. Patiño.

Si una empleada doméstica gana 4 mil euros mensuales, una persona sin papeles solo recibe la mitad, según explica el periodista, Edwin Pérez Uberhuaga.

El Estado suizo como tal no interviene en la atención de personas ilegales, precisamente por su apego al cumplimiento y respeto de las normas de ciudadanía y convivencia.

Esto motiva a voluntarios como Guillermo Montaño, a coordinar tareas de apoyo. “Hay mucho por hacer, los bolivianos, sobre todo las mujeres, soportan el peso de estar separadas de su familia por mucho tiempo".

A partir de la crisis económica en varios países de Europa, migrantes latinos que lograron obtener su residencia en naciones como España o Italia, ahora se trasladan al país helvético.

Marisol Jaldín es una de ellas. En noviembre de 2015 llegó a Suiza. Ella y sus compañeras trabajaron en una envasadora de frutas hasta que se declaró en quiebra y se quedaron sin cobrar cerca de tres meses.

“Aquí empecé a trabajar al día siguiente de haber llegado. Los suizos son muy legales y puntuales. Te pagan hasta de 5 minutos extras”.

Antes de recibir su primer sueldo, ella podía acceder a albergues de acogida, donde les dan alimentación gratuita de buena calidad.

La nueva vida que sedujo a bolivianos en Suiza

Un mundo diferente al de Bolivia se abre a los ojos de quienes por primera vez llegan a Suiza o para quienes después de recorrer varios países, por estudios o trabajo, ven en el país helvético la oportunidad de darle un giro a la calidad de vida que llevan.

Los suizos se han ganado la reputación de ser buenos trabajadores, pero también porque disfrutan de su tiempo de ocio.

“Cuando uno llega allá y compara el nivel de vida con Bolivia, realmente pone en duda su convicción de regresar”, dice Doris Lima, quien viajó a Suiza a estudiar una maestría.

Todo en Suiza es más ordenado, los buses tienen minutos y segundos exactos de llegada, la limpieza y puntualidad es la generalidad en sus ciudades.

La diferencia económica entre Bolivia y Suiza “es un abismo” aunque el primero sea 26 veces más grande que el segundo, expresa el activista boliviano en Suiza Guillermo Roca.

Algunas personas dedican una parte de su tiempo libre a trabajos voluntarios en beneficio de la comunidad, entre ellos hay también una activa participación de los bolivianos.

Las actividades de ocio abarcan toda una gama de opciones que van desde los deportes extremos al descanso tranquilo con la familia y los amigos.

En los días de descanso, los lagos suizos se pueblan de bañistas y gente que quiere tomar el sol durante los días calurosos de verano. Suiza tiene más de 1.500 lagos, entre ellos dos de los más grandes del mundo, Constanza y Ginebra.

Las zonas montañosas están nuevamente pobladas ya que la gente de la ciudad prefiere pasar un fin de semana reparador o toda su vacación.

Con el crecimiento turístico llegó el progreso y con éste empezaron a renovar edificios antiguos y a construir nuevas viviendas de alquiler u otras edificaciones para este fin.

Sin embargo, pese a este encanto, el llamado de la familia fue más fuerte para algunos bolivianos.

“Cuando fui a Bolivia me encontré con gente que vivió en Suiza y estaba desesperada por volver”.

La mayoría de las personas que retornaron pudieron, sin embargo, ver el fruto de su esfuerzo expresado en construcciones y viviendas cómodas para su familia. Una de las principales incertidumbres, según Roca, es la falta de seguridad y garantía a las inversiones realizadas, por parte del Gobierno.