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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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CON EL CIERRE DEL LAB, SERRANO Y SU ESPOSO (JOSÉ) SE FUERON AL GIGANTE ASIÁTICO, DONDE VIVIERON 8 AÑOS.

Susy, la boliviana que pintó y escribió en China

Susy, la boliviana que pintó y escribió en China



Dejar a su familia, sus amistades y toda una vida ha sido para Susy Serrano una de las decisiones más difíciles de su historia personal. Pero, también irse a vivir al gigante país asiático de China le ha significado descubrir talentos escondidos en la pintura y en la producción literaria.

Fueron ocho años de experiencias positivas y negativas en la ciudad de Shenzhen, una metrópoli gigante ubicada a cuatro horas de viaje de la capital asiática, al sud de Beijing.

Con el cierre del Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), allá por el 2008, Serrano, nacida en 1961 en la ciudad de Tarija, tuvo que migrar por asuntos laborales de su esposo (José Quiroga) hacia China. En ese entonces, era la mejor opción de crecimiento profesional de su pareja.

“Ha sido una decisión dura, pero tuvimos que irnos del país”, cuenta Susy, quien llegó al país asiático sin saber hablar el inglés, menos el mandarín.

Sin embargo, el impulso y la fuerza que debía sacar Serrano por sus tres hijos y sus cuatro nietos que dejó en Bolivia, hizo que el estar en China las cosas fuesen mucho más llevaderas.

Mientras su esposo, de profesión piloto, tenía que trabajar y viajar mucho, la tarijeña se iba diariamente al conocido parque Shihai Gongyuán, donde encontró la esencia de la cultura ancestral china en lo que respecta a la música, la danza, la poesía, la pintura y el arte de escribir.

“La soledad de vivir en una ciudad tan grande como Shenzhen me obligó a buscar actividades”, analiza la autora de más de 800 pinturas que las produjo durante su estadía en China. Serrano encontró en el parque Shihai su segunda oportunidad de crecer y desarrollarse como mujer. Su curiosidad y su creatividad la indujeron a aprender el idioma chino, pero también a enseñar el español a decenas de ciudadanos asiáticos. “Me convertí en la perfecta maestra del parque Shihai”, comenta orgullosa la boliviana que intentaba darle sentido a su vida en un país condensado entre la alta tecnología e industria y una cultura milenaria cultural y religiosamente hablando.

Las dos palabras que enseñó en español la boliviana fueron “Querida amiga”. A partir de esta relación más íntima con los ciudadanos chinos, creció la confianza y la amistad.

Además de enseñar el castellano, Serrano aprendió la técnica milenaria del taishigi con abanico. Era la única extranjera en mostrar su rápido aprendizaje, lo que le valió en muy poco tiempo, también, ser maestra de este arte milenario.

El parque Shihai se convirtió, día a día, en el centro de aprendizaje de la técnica del abanico, pero con una maestra occidental.

Después, su siempre espíritu de exploradora la condujo a buscar otro desafío: la pintura.

Serrano cuenta que para aprender a pintar como los chinos tuvo un maestro “bastante estricto”.

La primera pintura que hizo en Shenzhen fue la de bambús. “Mi maestro chino agarró mi primera pintura, la rompió y la botó”, cuenta Susy, quien se siente agradecida por el inicio en el arte de la pintura milenaria china.

Sin embargo, Serrano se dio cuenta que no podía encasillarse en la técnica asiática y descubrió y desarrolló su propia técnica.

Su inclinación por el detalle hizo desarrollar en la compatriota la creación de pintados de ojos, rostros y medios rostros, entre otros.

Durante su estadía en el gigante asiático, desde el 2008 hasta el 2015, la boliviana que brilló sola pintó alrededor de 800 cuadros.

Hoy, que se encuentra en Cochabamba, realizará la próxima semana una exposición de 200 cuadros en la plazuela Quintanilla.

Además de dedicarse a la enseñanza y a la pintura, la boliviana escribió poesía; primero, para sus familiares, y posteriormente para todos los seguidores del alma. Tiene varias composiciones literarias publicadas por reconocidos autores europeos como Manuel López, del Centro de Estudios Poéticos de Madrid.

Entre huevos “con orín” y salud a cuestas

La artista y literata boliviana Susy Serrano, que vivió en China desde el 2008 hasta el año pasado, cuenta que las dos experiencias que también marcaron su vida personal fueron los huevos “con orín” y el problema de salud que le tocó asistir a una operación obligada, allá en el gigante asiático.

Sus visitas diarias al famoso parque Shihai Gongyuán permitieron a Susy conocer nuevas amistades. Una de las naturales jovialidades del ciudadano chino es su invitación a tomar un desayuno, un almuerzo o finalmente un té.

“Recuerdo que un día me invitaron a desayunar. Claro, me imaginé un restaurante tipo Dumbo, pero no, fuimos a un kiosko en medio de la plaza y nos comimos unos huevos con agua”, cuenta sonriente la creadora de versos que llaman el alma.

Los primeros huevos que comió en la plaza china resultaban extraños por el olor y el sabor. “A principio no sabía, pero después lo descubrí. Hacían remojar los huevos con orín”, cuenta asombrada.

En el arte culinario del país asiático, remojar los huevos en barro, en sal, en carbón o finalmente en orín es absolutamente normal.

Además de la curiosa experiencia de comer huevos con orín, la artista valluna tuvo que pasar una dura experiencia en su salud.

“Lamentablemente, fui internada en un Centro de Salud muy precario. No podía entender cómo en una gran ciudad había este tipo de hospitales”, expresa Serrano.

La pintora boliviana fue operada en la ciudad de Shenzhen por un problema de colelitiasis, comúnmente conocida por todos como cálculos biliares.

“Gracias a Dios todo salió muy bien”, sentenció.