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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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BOLIVIANAS Y BOLIVIANOS EN LOS EEUU

Doña Julia, la gran maestra cochabambina en Virginia

Doña Julia, la gran maestra cochabambina en Virginia



Comenzó limpiando casas y ahora es impulsora de un programa pionero de educación en los Estados Unidos. Además, es traductora en cortes de justicia y cultora del idioma quechua.

“Trabajé cinco años limpiando casas. Viví, posiblemente, de la limosna. Una iglesia nos regalaba ropa y comida”, así recuerda sus primeros años fuera del país, la gestora de un programa educativo modelo pionero de educación bilingüe en los Estados Unidos, quien también es una reconocida maestra de escuela y defensora de la cultura boliviana.

Se trata de la profesora Julia García, que vive en el país del norte desde hace casi tres décadas y se ha convertido en un símbolo del trabajo académico en el sistema educativo en Washington.

Es creadora e impulsora de un programa que consiste en preparar alumnos en el dominio del idioma español. Lectura, escritura, comprensión y gramática, son las bases para definir un estudiante con perfil profesional bilingüe, que además de abrirle oportunidades de empleo, también hace posible su ingreso en la universidad.

Cerca de cumplir los 67 años, doña Julia, como la conocen en Virginia, es además una reconocida promotora de la danza folclórica nacional y una activa colaboradora en defensa de los derechos de los bolivianos en las cortes de los EEUU. Gracias a su autoridad en el idioma quechua, ayuda a personas cuyo conocimiento del inglés e incluso español es escaso.

Pero no todo en su vida fueron éxitos, las conferencias que dicta en universidades de Washington y Nueva York, los hoteles cinco estrellas en que la hospedan por trabajo, o los 100 dólares la hora que puede llegar a ganar cuando colabora en tribunales estadounidenses, no siempre fueron la constante.

Cuando doña Julia llegó a los EEUU, hace 27 años, tuvo que enfrentarse al hecho de ser una inmigrante indocumentada y con dos niños pequeños a cuestas.

“Debía mantener a mi familia y trabajaba limpiando casas”, recuerda alguien que en sus primeros años como migrante casi no tenía ni dónde dormir.

“Al principio vivíamos compartiendo con una señora de Pakistán y dormíamos en su sala, ni siquiera en un cuarto. Entrábamos a dormir cuando terminaban de cocinar y comer. Mientras tanto, yo debía salir al jardín a esperar. Mis hijos se sentaban, apoyaban sus cabezas en mis rodillas y se dormían. Cuando veía que se apagaba la luz de la sala, recién podíamos entrar a dormir en un colchón”.

Pese a ese panorama adverso inicial, doña Julia sostiene que EEUU es un país generoso, que puede ofrecer oportunidades de superación económica, familiar y académica.

“Yo he vivido posiblemente de la limosna y la generosidad. Mis hijos jamás usaban ropa de tienda. Hay montones de instituciones de caridad y algunas nos acogieron. Íbamos a las iglesias. Nos regalaban ropa en bolsas. La comida también”, sin olvidar que la lucha de superación de un inmigrante por lo general no es de una sola persona, sino, de toda una familia. “Mi hija mayor era casi señorita y reclamaba, ‘hasta cuándo voy a usar ropa usada, me critican’, decía y le hacían llorar”.

Como muchos, tuvo que ajustar cuentas y trabajar extra. “Trabajé en un restaurante por las noches hasta las 2:00 de la mañana. Ahí sí pude comprarles ropa nueva a mis hijos y alquilar un departamento”.

Mientras se acomodaba y luchaba por su familia, fue convalidando sus estudios de la Normal Católica Boliviana y el Instituto Lingüístico Maryknoll.

“Aquí volví a la universidad para completar mi formación. Una materia por semestre mientras limpiaba. Y fui como voluntaria a un centro de educación bilingüe a cuidar niños. Me dijeron si sabía hacer algo más y dije que sí”. Le pidieron que reemplace a un docente que estaba de vacaciones y fue entonces que su carrera académica prosperó.

Actualmente es docente a tiempo completo del Middle Schoool (escuela intermedia) Thomas Jefferson en Arlington, Virginia y allí ha desarrollado el programa de educación bilingüe e internacional que facilita su ingreso a las universidades. También es cofundadora de un instituto internacional de defensa del idioma quechua con sede en Nueva York.

Además de una querida personalidad entre los latinos y particularmente los bolivianos, doña Julia es una requerida traductora de quechua en las cortes de justicia de los EEUU, un oficio que en sus inicios fue un trabajo voluntario y de ayuda para los cochabambinos de los valles Alto y Bajo, que no hablaban inglés y solo algo de español.

Programa



Español fluido

El programa de español fluido creado e impulsado por Doña Julia consiste en reforzar la formación entre estudiantes que hablan, escriben y leen español, pero necesitan mejorar su gramática.



Demanda

El programa proyecta que alumnos puedan aplicar a un trabajo profesional sacando ventaja de su dominio del idioma español a nivel profesional, que es de gran demanda en EEUU.



Oportunidad

El programa de español les da a los alumnos la

oportunidad de ir a una escuela secundaria gracias a un examen para recibir un diploma avanzado. Cuando terminan la secundaria, tienen puertas abiertas en la Universidad.

El 80 por ciento de los bolivianos en los Estados Unidos es de Cochabamba 

Un informe extraoficial del Consulado de Bolivia en Washington, Estados Unidos, señala que aproximadamente un 80 por ciento de los residentes nacionales en ese país es de Cochabamba.

El mismo informe detalla, también, que el 80 por ciento de esos cochabambinos vive en la ciudad de Virginia, en áreas desde Fairfax, Anandale, Fallschurch hasta Manassas.

Si bien no existe un censo reciente y actualizado exacto sobre la cantidad de migrantes bolivianos que viven en Washington y toda el área de mayor influencia de esta comunidad en los EEUU, se sabe que hasta principios de diciembre se registraron alrededor de 8.000 personas en el padrón biométrico para el referendo sobre la repostulación del presidente Evo Morales a unas elecciones presidenciales. Y que se esperaba unos 12.000 empadronados.

Representantes de agrupaciones culturales, folclóricas y de residentes, calculan de acuerdo a sus actividades periódicas anuales, que el número de bolivianos en Washington puede superar los 250 mil residentes y que sumando a los hijos, se podría llegar a unas 500 mil personas.

Según los mismos datos, las comunidades de los valles Alto y Bajo son algunas de las que cuentan con un mayor número de pobladores y se asientan especialmente en el área de Virginia y Maryland.

Las del Valle Alto son las que mayor número de actividades realiza. De estas organizaciones es que emanan las populares ligas deportivas y particularmente los campeonatos de fútbol, que pueden reunir más de un centenar de equipos cada una.

También las organizaciones como fraternidades folclóricas albergan gran cantidad de integrantes y algunas fácilmente pueden superar los 5.000 miembros activos.