Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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El Club Social y el 14 de septiembre

El Club Social y el 14 de septiembre
Club Social de Cochabamba, templo de cultura, civismo y respetabilidad. Tribuna donde los presidentes del Estado daban cuenta de su labor política y entregaban los regalos debidos a Cochabamba en su Efeméride querida.

En el tradicional “Almuerzo de Caballeros” nos esperaba Héctor Soria y Pepe Canedo, quienes nos saludaban efusivamente. Instalados los socios, el Club Social nos recibía con un riquísimo plato de pejtu de habas, coloridos yungueños, “jak’alawa”, y un delicioso picante mixto, y todo aquello, rociado con la amarilla, la dulce chicha de willkaparu o la colorada de canela y “Taquiña” fresca en repetidos vasos al infinito. Pródigos abrazos entre socios, familiares e invitados, caballeros de renombre nacional orgullosos de su ancestro, del apellido impoluto en honestidad y en prosapia.

El Presidente de la benemérita institución abría el acto saludando al gobernante, a las autoridades civiles, militares, religiosas y a todos los socios respetable y elegantemente congregados. Un reconocido historiador rememoraba los Fastos del 14 de Septiembre: Revivían Esteban Arze, Francisco del Rivero, Mariano Antezana, el cura Oquendo, Viedma, Gonzales de Prada, Tadeo Haenke, la Virgen Heroína y todos los seres eternos de nuestra historia sagrada de criollos, mestizos e indígenas vallunos. Don Augusto Guzmán, don Humberto Guzmán, emocionados, enardecían el ambiente. Teófilo Vargas y Benjamín Blanco daban cumbre espiritual con el Himno viril cantado de pie y a capella con el mayor fervor patriota. Tomaba la palabra don Fidel, Pepe G. Quiroga, Ocampo Moscoso y en los últimos años resonaba fuerte la voz de Tito Hoz de Vila. Recitaban Javier del Granado, Mario Guzmán Morales y Alberto Guzmán “Tomate” en quichua, y Man Césped era evocado por el heroico Mario Padilla. Y a continuación respetuosa “Tribuna Libre”. Remataba el acto sublime las palabras del Presidente de Bolivia que humilde saludaba la presencia cívica de Cochabamba, informaba los logros de la gestión realizada y regalaba la esperanza de mejores días para la Villa de Oropesa. Cuando era menester pedía disculpas y cosechaba aplausos y la adhesión política y humana de Cochabamba entera.

Muchas veces viví esta extraordinaria experiencia feliz con mis entrañables hijos varones, o abrazando a mis hermanos Juan Abujder, José Cassab, Rafo Mendoza, Jaime Aparicio, Manolo Porro, Guido Tórrez, “Chahualo” Canedo, seres fraternales que enriquecieron mi existencia. Finalizado el Almuerzo de Caballeros, el Directorio convocaba al desfile departamental con la bandera del Club portada orgullosamente. Alguna vez desfilé entre los dos caballeros más queridos, don Donato Cornejo Soliz, el terrateniente rey de la papa y el Dr. Alberto Cornejo Soliz, el excombatiente, abogado de alma sublime. Mi interioridad plena rebasaba de orgullo.

Ese el resabio de nobleza. Ahora, apenas una cena bailable sin proyección cultural ni trascendencia cívica, suprimida la tradición centenaria del Almuerzo de Caballeros por el gélido Directorio a quien sugiero enmendar esta falencia “imperdonable” y exijo un informe puntual e inmediato sobre la muerte de esta noble tradición”.

Me aqueja la nostalgia ante la disolución fatal de una institución tan querida. Quiero morir guardando esta cálida imagen de evocación sellada en impronta de fuego en mi corazón.