Julia la Chini Iriarte era una mujer valerosa, disciplinada, apasionada por el atletismo y, sobre todo, una mujer de ley que siempre acababa lo que comenzaba.

Dejar las cosas inconclusas no iban con su esencia, mucho menos con su espíritu ganador.

La Chini se apartó una historia completa en el libro del deporte boliviano luego de que consiguiera cinco medallas de oro y tres de plata en los Juegos Bolivarianos de 1948, en Lima (Perú). Esa fue su más sublime conquista internacional.

El 12 de junio pasado, la Chini paró el cronómetro y dijo que “no iba más”. Su vida se apagó a los 94 años, en compañía de sus hijos y sus familiares, quienes mamaron los más sabios consejos de aquella mujer hábil en lanzamientos de bala, disco, jabalina, 80 metros con vallas y salto largo.

Juan Carlos Arauz, uno de los hijos de la exatleta, recuerda a su madre como una heroína de la vida. “Siempre nos decía que debíamos acabar todo lo emprendido. Era una mujer firme, decidida y perseverante”, rememora Arauz.

Su nombre le da identidad a los Gran Prix celebrados en Cochabamba, eventos concretados de forma anual que homenajean la figura de la inolvidable Chini.