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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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SEIS POLICÍAS ESTÁN IMPLICADOS EN LA AGRESIÓN SEXUAL. UN SARGENTO MINTIÓ EN SUS INFORMES PARA ENCUBRIR A SUS CAMARADAS Y UN CORONEL FALTÓ A LA VERDAD Y SE DEMORÓ EN CUMPLIR SU DEBER

Audiencia revela suplicio de Minerva en la UTOP

Audiencia revela suplicio de Minerva en la UTOP



Comenzó el juicio disciplinario contra seis policías sindicados de violar a una joven con problemas mentales en la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP), un sargento que no denunció el hecho y mintió en sus informes, además de un coronel que incumplió su deber de denunciar inmediatamente a los implicados internamente y ante la justicia ordinaria.

El proceso comenzó a las 9 de la mañana, en el salón de las Banderas del edificio de exIdentificaciones, de la calle Baptista. Las dos abogadas de la Oficina Jurídica para la Mujer pidieron que se declare la reserva de la audiencia para que los datos de la víctima no sean difundidos por los medios de comunicación. Dos de los 10 abogados presentes pidieron que la prensa se quede, pero usaron tonos despectivos para referirse a la víctima. Incluso uno de ellos se atrevió a plantear que se revele la verdadera identidad de Minerva, evidenciando su desconocimiento de la Ley 348 que prohíbe a autoridades y medios de comunicación revelar la identidad de las víctimas de cualquier tipo de violencia.

Los tres miembros del Tribunal Disciplinario descartaron la reserva del caso y el proceso contra los ocho policías procesados empezó con la lectura de la acusación fiscal y de las pruebas acumuladas.

DESGARRADOR Mientras la relatora leía sin descanso, los abogados mantuvieron los rostros impávidos. Cuatro de los policías juzgados hablaban entre ellos y sonreían, ajenos a la terrible narración de los hechos ocurridos la madrugada del 21 de julio de 2014 en dependencias policiales de la UTOP, en la avenida Heroínas. Según la acusación fiscal policial, Minerva (nombre cambiado) fue ingresada en la UTOP por policías de servicio. Seis agentes identificados como A.H., F.Y., M. C., R. B., F. C. y J. F., se aprovecharon “de su condición de vulnerabilidad, una patología mental, para llevarla a tres ambientes”, donde la vejaron varias veces durante casi dos horas, hasta las tres de la madrugada.

Según las declaraciones de los propios implicados, los primeros en atacar a Minerva fueron R.B. y M.C. Ambos la llevaron a la comandancia de guardia, cerraron la puerta y mientras uno la vejaba el otro hacía de “campana” para alertar si venía alguien. Fueron vistos por el policía J.F. Apareció el policía A.H. que llevó a Minerva hasta el dormitorio de los músicos que está en el primer piso.

Entre las claves de la comunicación policial el 04 significa “actos inmorales”. Al salir del cuarto de los músicos, el efectivo A.H. le comentó a sus camaradas: “me la he cuatreado”. Minerva bajaba del lugar donde había sido vejada por tercera vez, cuando fue interceptada por el policía F. C. quien la obligó a subir de nuevo hacia el dormitorio de los Infantes, a un rincón.

Otros policías los siguieron, F.Y. y J.F., además de los dos primeros agresores M.C. y R.B. Hay testigos que señalan que Minerva corría de una cama a otra intentando huir del ataque, pero los policías la sometieron a los vejámenes sexuales más despiadados.

Las declaraciones de los policías, relatando la violación, pone en evidencia el machismo de los mismos. En todo momento, mientras ultrajaban a la víctima, la trataron como un objeto y hacían alarde de sus “dotes”. Frases que se dijeron entre ellos como “oye yo te voy a enseñar a t....”, “levantate choco yo me la voy a dar”, “ahora yo me la voy a t...”, muestran el desprecio por la mujer como ser humano. Después de los vejámenes, Minerva fue al baño y fue sacada de la UTOP. Cinco horas después volvió y le contó a una vendedora lo que le hicieron. Un policía que fue testigo de los ultrajes en una habitación, informó a sus autoridades.

LA DECLARACIÓN Después de recibir tratamiento en el psiquiátrico San Juan de Dios, donde la diagnosticaron con un trastorno psicótico de personalidad, la víctima pudo decir su verdad en un momento de lucidez y su declaración fue leída ayer: “Antes estaba acelerada, ya estoy bien, quiero volver a la universidad y a mis actividades de la oficina de consultoría. Yo ese día (21 de julio) no tenía nada qué comer, no tenía dinero y los policías me han ofrecido todo, les he dicho ya, pero no estaba en mis cabales, quiero que los castiguen porque se han aprovechado que estaba mal, ahora ya estoy bien”.

Minerva jamás fue trabajadora sexual, como inventaron los policías para intentar justificar sus delitos y hacer creer que todo había sido consensuado.

La Fiscalía policial acusó a los seis policías de “ejecutar tratos inhumanos, crueles o degradantes, acciones de tortura, atentado contra los derechos” al agredir sexualmente a una joven con problemas mentales. También los sindicó de encubrir faltas y no sancionarlas o denunciarlas” y en algunos casos por mentir en sus informes.

El séptimo policía, E.P.M. fue acusado de “faltar a la verdad u omitir hechos al elevar informes y partes del servicio”, y de “encubrir faltas graves, no sancionarlas ni denunciarlas”.

El excomandante policial

El excomandante de la Policía de Cochabamba coronel Alberto Suárez fue acusado por la Fiscalía policial de “faltar a la verdad u omitir hechos, al elevar informes o partes del servicio o actividad policial”, porque, pese a haber sido informado de la violación cometida en dependencias policiales, a las 9:30 del mismo 21 de julio, se demoró hasta el 23 de ese mes para remitir los informes de los procesados a la Dirección de Investigación Policial (Didipi).

Suárez no denunció lo sucedido en la UTOP a la Fiscalía policial ni a la Didipi ni a la FELCC o al Ministerio Público como establecen las normas bolivianas.

Tampoco ordenó el arresto de los policías implicados ni asumió medidas inmediatas contra los presuntos violadores y no accionó ningún mecanismo de búsqueda ni protección a la víctima para garantizar que se haga justicia. En lugar de ello, le instruyó al entonces comandante de la UTOP, Jaime Alemán, que el caso se maneje “con perfil bajo”, interfiriendo y obstaculizando la investigación. Para colmo, según documentos publicados por OPINIÓN, Suárez se enteró el 1 de agosto que la víctima estaba en el psiquiátrico y lo calló.