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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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EL AMOR POR EL CICLISMO DE JOSÉ RENACIÓ EN SUS HIJAS, QUE PROMETEN EXTENDER EL LEGADO FAMILIAR

Los Sarabia y una pasión inmortal

Los Sarabia y una pasión inmortal





Por un costado de la ruta va José en su auto. Brinda indicaciones a sus cuatro jóvenes hijas ciclistas que, ante sus ojos, aún son sus pequeñas. Las dirige, les transmite sus saberes y en ellas deposita sus sueños de juventud, esos que acunó cuando tenía 25 años y el deporte del pedal era su mayor pasión.

Ahora, a los 47 años, José Sarabia es transportista. Tuvo que dejar a un costado una de las cosas que más lo entusiasmaba en la vida, por ejercer su tarea paternal. Sin embargo, el destino parece decirle que, independientemente de sus decisiones personales, el ciclismo jamás se apartará de su lado.

Es así como sus hijas Rebeca (19 años), Sharon (23), Micaela (15) y Abigail (12) han determinado, enérgicamente, continuar con el legado de su padre, gran escalador boliviano en la década de los 90.

“Es una pasión que te nace. Quizás no lo esperas, te llega de pronto. Cuando empiezas a manejar la bici, la sientes en el alma y te enamoras del ciclismo”, manifiesta Rebeca, una de las Sarabia que más claro tiene el sacrificio que debe hacer el deportista en esta disciplina.

Paradójicamente, al principio Rebeca no le daba mayor importancia al ciclismo. En su niñez y adolescencia, prefería jugar al básquet con su hermano Josué (20). Fue en los Juegos Plurinacionales 2011 cuando se animó a competir y logró un resultado asombroso.

“Mis hermanos me dijeron que intentara porque papá era ciclista. Empecé a correr y no lo pude dejar”, expresa Rebeca, quien en 2012 ganó tres medallas de oro y tres de plata en el nacional de pista, además de haberse quedado con el disco de bronce en el nacional de fondo en 2014.

ENTRENAR CON PAPÁ El hecho de tener a su padre como entrenador, para las Sarabia supone una presión particular, pues les exige de acuerdo a lo enseñado y no les permite flaquear ante la adversidad.

“Siempre fue un luchador. Nos dimos cuenta de que a pesar de que trabajaba, él podía entrenarnos y nos dijimos que debíamos dar el doble”, comenta Rebeca, la joven estudiante de ingeniería financiera.

Debido a su trabajo, José pasa tiempo indefinido fuera de su casa, lo cual le impide supervisar al 100 por ciento el entrenamiento de sus hijas. Para compensar esa falta, suele dejar un cronograma de entrenamiento.

“Cuando llega, se queda dos semanas y practica con nosotras. Va en su auto y nos indica la velocidad y el kilometraje”, relata.

Micaela, una de las más pequeñas de la familia, es otra de las promesas quillacolleñas. Recientemente se quedó con el oro en los Plurinacionales de Santa Cruz. “Todo es gracias a Dios y a la ayuda de mi papá”, dice Micaela.

DILE A TU CORAZÓN QUE SIGA. “Aunque tus piernas no den más, dile a tu corazón que siga”, “Tienes que pedalear hasta el final, así llegues último”, son dos frases de José que calaron en el fondo de las Sarabia.