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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Cooperativas de consumo estimulan la economía sostenible

Cooperativas de consumo estimulan la economía sostenible



La viabilidad del actual modelo de crecimiento y explotación de recursos y personas en el que se basa nuestra sociedad se encuentra cada vez más en entredicho.

La crisis económica está afectando a buena parte del mundo occidental en ámbitos muy diversos (social, energético, alimentario, cultural, entre otros). Además, los expertos alertan de una serie de amenazas que se harán cada vez más patentes como el envejecimiento paulatino de la población, las disputas por los recursos naturales limitados o las negativas consecuencias del cambio climático.

Ante esta situación, es necesario poner en marcha, un modelo de desarrollo más sostenible pero que, al mismo tiempo, continúe siendo competitivo.

Se trata de desarrollar experiencias económicamente viables que sean sostenibles y respetuosas con el medio ambiente y que garanticen, al mismo tiempo, el equilibrio y la cohesión social.

PRODUCTOS ECOBIOLÓGICOS De un tiempo a esta parte, desde el cooperativismo se están impulsando experiencias innovadoras de cooperación para el consumo de productos ecobiológicos.

Son entidades socioeconómicas de propiedad colectiva, formadas por socios que comparten unos mismos objetivos basados en la cooperación y la voluntariedad, libremente establecidos, que tienen por finalidad resolver, mediante el consumo de productos ecológicos, cuestiones de orden social, laboral, económico, ecológico y de salud.

Estas cooperativas pueden ser gestionadas de diferentes modos. Por un lado, a través de la gestión directa de los socios que se reparten las responsabilidades de comprar, buscar productores, distribuir etc. Por otro, está la gestión en tiendas abiertas al público donde varias personas reciben un sueldo por su trabajo.

Algunas cooperativas funcionan como asociaciones de consumidores con forma legal de cooperativa, y otras que simplemente funcionan sin tener una forma legal concreta. Las cooperativas funcionan con un sistema de cestas, es decir, distribuyen la comida entre los socios en cestas una vez por semana.

Con el tiempo las cooperativas amplían los productos que ofrecen (productos frescos, verdura, pan, queso, mermeladas, aceite, zumos, jabones, productos de comercio justo...) pero puede ser que solo suministren un solo tipo de alimento: verduras o frutas.

ORGANIZACIÓN En las cooperativas de consumo existen dos modelos de organización. Están las que seleccionan cada semana, para la siguiente, los productos que se van a consumir y pagar por lo que se llevan. A su vez están las que se paga una cantidad semanal-mensual prefijada y todas las cestas reciben lo mismo.

La gestión se realiza generalmente a través de comisiones de trabajo (compras, administración, contactos, calidad...) y hay una asamblea general cada cierto tiempo en la que se toman las decisiones importantes. Entre los productos que se suministran están los procedentes de agricultura ecológica, frescos de temporada, mínimos envases o reutilizables y procedencia del producto de pequeñas productoras con criterios afines.

Compromiso con la producción

Las cooperativas de consumo deben intentar establecer compromisos que permitan un sistema de producción y consumo alternativo, que beneficien el mantenimiento de la agricultura local y al mismo tiempo supongan un vínculo entre producción y consumo.

Son, en definitiva, un estímulo para la economía sostenible y la economía verde global: organizaciones cuyo fin es facilitar a los consumidores un mejor precio, calidad, servicio, seguridad e información veraz.

Según el documento de Mario Raccanello sobre la experiencia de desarrollo de la Cooperativa Obrera en Argentina, desde la perspectiva del cooperativismo, las entidades de consumo al ser empresas locales intentan generar una mayor estabilidad en los puestos de trabajo (además de la reinversión de utilidades en la región). Al mismo tiempo y como ventaja para sus trabajadores, cumplen con los aportes provisionales y estimulan trabajos de mayor calidad por el incentivo a la capacitación. Es así que mientras las empresas cuyo único fin es el incremento de la tasa de ganancia, transforman al individuo en una verdadera máquina consumista, las cooperativas favorecen la capacidad de ahorro.

Por un consumidor responsable e informado

A diferencia de las grandes cadenas de distribución, no se pretende la escalada de la facturación sino la formación de un consumidor responsable e informado.

Es por eso que en la Cooperativa Obrera de Bahía Blanca (Argentina) tiene sus propios "mandamientos":

- "Gastarás solamente de aquello de lo cual puedes disponer".

- "Reflexionarás siempre, antes de adquirir algo, sobre su utilidad, necesidad y prioridad".

- "Estarás siempre consciente en el acto de consumir, para no caer en el consumismo o la tentación de gastar de más".

Es así que lejos quedó el andamiaje teórico planteado por Robert Owen y Charles Gide; los éxitos de muchas cooperativas de consumo del mundo son estudiados como simples anomalías, ya que lo lógico para el funcionamiento eficiente de la empresa es la continua búsqueda del beneficio.

La escuela ortodoxa, por su parte, se ha desentendido de aspectos como el siguiente: “no existe nada en el propósito, en la estructura, en el método de actuación o en la financiación de una cooperativa que la haga desempeñarse en forma menos efectiva o beneficiosa dentro de una economía competitiva de mercado". Bajo el auspicio de los eternos precios bajos, surge entonces la siguiente pregunta: ¿aún hay lugar para las cooperativas de consumo?.

En tiempos en que el individuo se reduce a lo que consume y existe un desinterés consciente sobre los medios por los que un producto llega a nuestras manos. ¿puede existir la fidelidad que sustente las aspiraciones de Charles Gide?. La cooperativa deberá modernizarse (muchas veces imitando innovaciones de la competencia) aunque sin caer en una pérdida de identidad como entidad de la economía social ya que es allí donde reside su capacidad de desarrollarse.