Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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La realidad portuaria en Iquique para Bolivia

La realidad portuaria en Iquique para Bolivia
Expresión.

Lo que ha ocurrido durante los días del paro ilustra en su faceta más injusta la situación y es una expresión de las causas que Bolivia expone desde hace más de un siglo para recuperar su salida soberana al Pacífico.

El paro portuario que se registró en Iquique, Chile, durante 23 días paralizando 1.200 camiones y que impidió llevar o traer la mercadería, ha representado una pérdida en dinero por valor de 28 millones de dólares para Bolivia y situaciones extremas para los transportistas bolivianos que soportaron penurias por la falta de alimentación, cobijo y malos tratos de los funcionarios chilenos.

El conflicto que se originó entre el Gobierno de Chile y trabajadores portuarios por falta de un acuerdo por el pago por media hora de reconocimiento de los operarios para comer y que les era descontado, finalmente se solucionó a fines de la anterior semana con el pago de 1.5 millones de pesos chilenos por trabajador.

Un paro portuario por las causas que fueren, es un hecho que puede presentarse en cualquier momento y en cualquier circunstancia y en cualquier país. Sin embargo el paro portuario en Iquique, tiene connotaciones especiales para Bolivia, porque nuestro país depende de este puerto para sus operaciones de importación y exportación de productos. Y depende de este lugar marítimo no por propia voluntad sino como consecuencia de un problema mayor y de connotaciones internacionales, pues a partir de la firma del Tratado de 1904 con Chile, se garantiza el uso fluido del puerto como una compensación a la pérdida del litoral boliviano producto de la invasión de Chile a los costas marítima bolivianas en 1879.

Una interrupción, nada menos que por 25 días de las operaciones en el puerto de Iquique, por un problema que resulta hasta banal como es el horario empleado por los operarios para comer y su respectivo pago, es una demostración clara e indiscutible de una más de las vulneraciones al Tratado y de la intención manifiesta de perjudicar y maltratar las operaciones bolivianas y a los transportistas connacionales.

No se puede colegir algo diferente porque las actitudes son las que se expresan por sí solas, cuando problemas que son considerados por su propia esencia como simplemente administrativos y de soluciones no complejas, son dilatados hasta límites que luego derivan en grandes perjuicios para nuestro país y para su economía.

Desde luego que las reclamaciones realizadas por este hecho por el Ministerio de Desarrollo Productivo de Bolivia, son justas y oportunas, aunque seguramente como ha ocurrido en anteriores oportunidades, la desidia de las autoridades correspondientes del vecino Chile, será nuevamente la respuesta que configura en todo caso un eslabón más de la cadena de injusticias que soporta Bolivia, relacionadas con los nefastos hechos de 1879.

Lo que ha ocurrido durante los días del paro en el puerto de Iquique, plantea un hecho que no solo ilustra en su faceta más injusta la situación por la que Bolivia atraviesa respecto a sus oportunidades de comercio internacional, sino que es una expresión de las causas justas que viene exponiendo desde hace más de un siglo para recuperar su salida soberana al Pacífico. Seguramente que estos aspectos tienen que ser analizados en su dimensión, dentro del proceso que Bolivia ha presentado por su causa marítima ante la Corte Internacional de Justicia en la Haya, donde reclama ser escuchado con honestidad por Chile, en su reclamación centenaria.