Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 11:10

¿Apoyamos lo nuestro?

¿Apoyamos lo nuestro?
Recuerdo a Cochabamba en la década de los ochenta, una ciudad artística que incentivaba la genialidad de los cochabambinos. Por aquel entonces, los cines exhibían celuloides y la presentación de alguna película boliviana como “Mi Socio”, “Los Hermanos Cartagena”, “La Nación Clandestina” o “La Cruel Martina” era todo un suceso histórico. Por otro lado, las compañías de teatro exhibían obras dramáticas, con libreto propio o adaptado, principalmente en el Teatro Achá. En esa década nació el “Café Concert” como una nueva forma de hacer teatro, de la mano de dos grandes, Peter Travesí y Dennis Lacunza.

La televisión cochabambina difundía, en aquel entonces, divertidos espectáculos para niños, programas de concursos, informativos sin sensacionalismo y deportivos. A diferencia del presente, disfrutamos de teleseries cochabambinas como “Rigoberto”, “Oro Verde”, “Coca”, “Dos Caminos” y “La Decisión”; incluso, recuerdo el derroche de talento de “Tra la la Show” para producir una comedia genial denominada “Todo Vale”.

No soy una de esas personas que sostiene el clásico discurso: “Lo de antes era mejor”. Creo firmemente en la frase de Eleanor Roosevelt “El ayer es historia, el mañana un misterio, el día de hoy es un regalo, por eso le llaman presente”, pero hay situaciones en el presente que merecen nuestro total cuestionamiento.

El anterior viernes 18 acudí a las salas de cine para ver la película “Ivy Maraey: La Tierra sin Mal”. Dos hechos me llamaron la atención: la primera, Juan Carlos Valdivia, el director del filme nos invita a conocer una Bolivia poco conocida; la segunda, el mismo Valdivia es el protagonista de la película. Al ingresar a la sala, algo me dejó aún más perplejo: Era el segundo día de exhibición de la película y en la sala ¡solo existían 6 personas! ¿Realmente apoyamos lo nuestro? Hoy por hoy, el Teatro Achá es un escenario para la presentación de grupos musicales y las compañías de teatro profesionales ya no presentan obras dramáticas. La programación local se ha reducido a Noticieros, Revistas, Programas de Opinión y Musicales, exceptuando la comedia de Jenny Serrano, Cochabamba pasa desapercibida de la grilla de televisión nacional, en cuanto a teleseries. De acuerdo a los directores nacionales de los canales de televisión, al público cochabambino no le gusta la producción local y es más rentable (para estas empresas) difundir enlatados (algunas telenovelas inclusive por cuarta o quinta vez). No apoyar a la producción nacional o local representa una condena de muerte a la genialidad audiovisual. Sinceramente ¿estamos conscientes de las implicaciones negativas emergentes para el arte, si mantenemos esta apatía o un silencio cómplice? Si el boliviano no apoya la producción nacional ¿quién lo hará?