Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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¿Satisfechos?

¿Satisfechos?
Esta pregunta va dirigida a todas aquellas personas, mujeres y hombres de la burocracia estatal que desde el momento mismo que se instaló el “Gobierno del Cambio” se dedicaron a perseguir a un ciudadano cuyo delito, como el de muchos otros, fue ser un profesional calificado nacional e internacionalmente por su capacidad, sencillez, honestidad valorados por quienes tuvieron la suerte de conocerlo de cerca. El ingeniero José María Bakovic es la nueva víctima fatal del odio enfermizo de quienes en lugar de ocuparse de resolver los gravísimos problemas que enfrenta la población boliviana como la falta de salud, la corrupción, el narcotráfico, la inseguridad ciudadana que siembra terror en las ciudades, pueblos pequeños y zonas rurales, se hallan empeñados en perseguir a quienes tienen la columna vertebral erguida.

La pregunta también va a fiscales, jueces/zas y médicos forenses que olvidando el juramento que hacen a tiempo de titularse como profesionales y al asumir el cargo en el Sistema de Justicia se ponen al servicio de intereses mezquinos y sin reparo alguno cumplen el despreciable rol de represores políticos que subalternan la Constitución Política y los derechos humanos a los deseos y capricho de quienes detentan el poder.

Fueron 72 los procesos iniciados en 5 ciudades contra José María Bakovic. De nada sirvieron los alegatos jurídicos para que sean acumulados a uno o dos asientos judiciales, lo persiguieron con saña, se pusieron sordos a los argumentos sobre la precariedad de su salud. Estaba decidido que no saldría vivo de los juicios, ya fue demasiada concesión dejar que se defienda en libertad; pero claro, era una libertad para decidir si se moría en presencia de un juez de La Paz, Tarija, Potosí u otro departamento, porque si no se presentaba a alguna de las audiencias por cuidar su salud, la implacable autoridad judicial a pedido del infalible Ministerio Público dispondría su encarcelamiento hasta que muera.

Hoy todos se lavan las manos; desde la más alta autoridad hasta el último funcionario judicial dicen “yo no fui”, así piensan librarse del desprecio social que ha generado la muerte de José María Bakovic, porque como él existen muchas personas privadas de libertad para quienes los derechos humanos y las garantías judiciales no existen.

Pero, lo que no saben los y las que hoy baten palmas porque lograron quitarse del camino a una persona que les resultaba incómoda porque con sus conocimientos podía orientar a la población sobre los precios y la calidad de las millonarias obras que se construyen en el país, es que la crueldad no es impune. Larga vida para los/as que llevaron a la tumba a José María Bakovic, así cosecharán lo que hoy siembran.