Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 00:00

Documentos al día!

Documentos al día!
Luego de cinco años me tocó renovar mis documentos de identidad. Las hojas de mi pasaporte se habían agotado -felizmente próximo a caducarse- y mi carnet de identidad lo había dejado al olvido, al no necesitarlo. Es común no percatarse de la vigencia de los documentos de identidad hasta que la posibilidad de los inconvenientes, surge. Como tenía unos días libres, los tomé para renovarlos aprovechando de visitar a mi familia. Lo primero que pensé fue encontrar un tramitador (como se estilaba en los viejos tiempos) que me ayudase en tal cometido. Aproveché las redes sociales para lanzar mi SOS al ciberespacio y felizmente obtuve respuesta. La grata sorpresa fue el no tener necesidad alguna de tramitador y unánimemente me comentaron lo fácil que resultaban ambos trámites, carnet y pasaporte. Mis ángeles, que nunca me abandonan, dieron lugar a que una de mis amigas me ayudase con el pago en el banco.

Ni bien llegué, tomé un taxi a las nuevas instalaciones para obtener el carnet no sin antes sacar los documentos de rigor en una notaría. A las diez y media de la mañana ya estaba acomodándome en la fila que no era muy larga. Ahí, me informaron que primero había que hacer otra –que estaba mucho más corta- para que me sellasen los documentos y se percatasen que fuesen los correctos. Luego de ello, volví a la fila y bajo el sol septembrino hice una cola que al cabo de diez minutos comenzó a correr hasta entrar al recinto, donde una señorita bien uniformada introdujo al sistema mi documentación y me dio el respectivo número de atención. Para hacerles el cuento corto, fue una agradable experiencia ver cómo todo esto ha mejorado. Al cabo de dos horas salí con mi documento en la mano, muy bien tratada por un funcionario de apellido Terceros, feliz y agradecida; reflexionando que, dejar al olvido o esperar hasta lo último para renovar los documentos de identificación, se debía al horror de creer que tendría que estar a merced de filas interminables, del desorden que imperaba, la diferencia en el costo el cual se le sumaba al del tramitador y el tiempo que se necesitaba para concluir el trámite. Una buena diferencia con lo de ahora: un lugar cómodo, organizado y, sobre todo, tratado con educación, además de observar cómo se ha democratizado el servicio sin esas odiosas diferencias de tramitadores entrando con sus clientes sin colas ni preguntas, mientras los otros un poco más y tenían que dormir en la fila para lograrlo. ¡Ojalá que permanezca así!

Lo que vale la pena recalcar, es la necesidad de darle un buen jalón de orejas a quienes tienen la tarea de introducir los datos personales al sistema de la Corte. ¿Cómo es posible que haya omisiones u horrores que se vuelven una tortura a la hora de sacar partidas de nacimiento, matrimonio, defunción, etc? La pena es que, en vez que los culpables paguen los errores, son los usuarios quienes terminan haciéndolo, algo realmente desagradable e injusto. Si arreglasen eso más…¡bingo! Lo mismo sucede con Migración cuya diferencia con el Segip, es notable. No es malo, pero tiene qué mejorar. La gente es educada, el servicio rápido, pero el local estrecho y en malas condiciones, algo que repercute en la buena imagen del país y en el derecho de la gente a un mejor trato.

En Bolivia hay cosas que vemos con suma tristeza, pero, hay otras que nos llenan de orgullo y nos devuelve la fe en el sistema. Buenas instituciones estatales dan trabajo, devuelven la dignidad a la gente y borran esa tonta idea que lo público es feo, sucio y desagradable. ¡Los ciudadanos merecemos –siempre- lo mejor!