En una precaria vivienda de dos habitaciones, construida con calaminas, en la zona de Champa Rancho, habitaba la familia Calderón. Días antes sufrieron un corte de energía eléctrica obligándoles a utilizar velas.

El tercero de seis hermanos, Roberto Carlos Calderón, de 14 años, se durmió solo en su habitación (de 3 por 4 metros) dejando una vela encendida. Cerca de la medianoche del jueves, la vela se cayó al suelo y el cuarto comenzó a quemarse.

Cuando los padres del adolescente se percataron, las llamas habían avanzado a las dos únicas habitaciones. Ante esto, se vieron obligados a salir de la vivienda con sus cinco hijos.

Desde el patio, Claudio Calderón Camacho escuchó los gritos de auxilio de su hijo Roberto, pero las llamas y el humo eran tan intensos que no pudo ingresar a la habitación para rescatarlo. Con la ayuda de los vecinos intentaba sofocar las llamas hasta que llegaron los bomberos con un carro cisterna.

Después de controlar las llamas y realizar el enfriamiento de las habitaciones, el personal de Bomberos ingresó a la habitación de Roberto. Encontraron su cuerpo calcinado debajo de la cama. El adolescente intentó refugiarse, pero el fuego y el humo lo mataron.

El comandante de Bomberos, mayor Marcelo Sánchez, dijo que en ambas habitaciones había productos inflamables, lo que ocasionó que las llamas se propagaran.

Además, Claudio Calderón se dedica a fabricar ladrillo y por ello en su vivienda tenía pequeños troncos y leña para la cocción del material de construcción. Los trozos de madera provocaron que el incendio consuma rápidamente las habitaciones.

La familia Calderón no sólo perdió a Roberto, sino también objetos materiales como un televisor, una radio, una catrera metálica, un colchón de paja, ropa y otros.