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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Los Juegos Olímpicos y la presencia boliviana

Los Juegos Olímpicos y la presencia boliviana

Cambios.

Es urgente cambiar lo perjudicial, los privilegios de los dirigentes y los negociados. A nuestros deportistas les queda el orgullo de participar y el respeto de su pueblo.

Los XXX Juegos Olímpicos (JJOO) de la era moderna marcan el evento mayor cuya data está inscrita en el siglo VIII A.C., es decir, en los juegos de la antigüedad celebrados en la culta Grecia, donde la amalgama de mente sana en cuerpo sano definía el espíritu de la competencia deportiva.

Los Juegos Olímpicos han estado caracterizados en su historia por el esfuerzo, la voluntad y la perseverancia de los deportistas que buscan el triunfo, una consagración a interminables horas de entrenamiento, cuyos resultados plasman además un sentimiento de hermandad entre las naciones y pueblos que participan.

Los Juegos Olímpicos pese a sus grandes objetivos, debido a la incomprensión y la intolerancia de grupos, países y mandatarios, no estuvieron libres de factores ideológicos, políticos e incluso del terrorismo criminal.

Bolivia en estos eventos realiza en cada oportunidad esfuerzos importantes para estar presente, aunque mejor sería decir que son los jóvenes deportistas los que más sobresalen por su interés de participar en el evento, sacrificando incluso recursos económicos. Todos sabemos que el deporte y los deportistas principalmente en las disciplinas que se disputan en los Juegos Olímpicos tienen escaso apoyo oficial y son las iniciativas particulares, las que finalmente determinan la presencia de los bolivianos, escasos, pero valerosos en estas competiciones.

Es posible que por esta situación, tal vez más que en ningún otro país, la participación sea un añadido al orgullo de los atletas, por encima de la conquista de distinciones. Sabemos los bolivianos que nuestros deportistas asisten a estos eventos en condiciones desventajosas en relación a otros representantes, por las propias limitaciones del país, por el escaso fomento oficial al deporte en general y por una mala planificación que hasta ahora, y desde hace muchos años, no puede ser superada.

Resulta inconcebible que nuestras delegaciones de los deportistas- escasas desde ya en número- sean superadas por la cantidad de dirigentes y otras personas que los acompañan. La que está en Londres es una delegación de 16 con solo 5 deportistas. Existen desproporciones que deberían ser corregidas, como por ejemplo que a título de “solidaridad olímpica” sean los dirigentes los que se lleven la parte del león en cuanto a viáticos y gastos. Dos dirigentes acuden con 9 mil dólares bajo ese precepto de solidaridad, mientras que los deportistas, lo hacen con sumas irrisorias y desembolsos demorados.

Ésta es la historia que caracteriza a nuestro deporte, es una realidad que no logra ser superada porque al interior de los organismos directivos, se han formado roscas de personas y de privilegios que usufructúan del deporte, que se sirven del deporte.

Si habría ganas de cambiar lo estático y perjudicial, el privilegio por el bien colectivo, el Gobierno debería planificar políticas deportivas, reorganizar los organismos deportivos y sobre todo fiscalizar el dinero.Es decir, que el deporte boliviano sea un objetivo en sí mismo, que deje de ser modo de vida para dirigentes y otros adláteres que medran con el sacrificio y la entrega de los deportistas.

Lo que se requiere son objetivos comunes y entender el deporte como una de las actividades más importantes en la vida del ser humano. Mientras tanto para nuestros deportistas en los JJOO les queda el orgullo de participar, el respeto y agradecimiento de su pueblo.