Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 12:33

"El Estado soy yo..."

"El Estado soy yo..."

Al parecer, el control total del poder está al alcance de la mano, en criterio de quienes marcan acciones y tiempos del Gobierno. Y desde esa percepción, no es ya necesario guardar apariencias políticas.

Es tiempo, más bien, de apurar el ritmo para consolidarlo y ejercerlo mientras soplan vientos a favor -dentro y fuera de fronteras- para concretar el proyecto político. La lógica de análisis, desde esa perspectiva, parte entonces de premisas que nada tienen que ver con principios y valores democráticos.

La cuestión se reduce a hacer y decir sólo lo que sirve al logro del objetivo determinado. El fin, entonces, justifica los medios. Nada más. Se explica así la facilidad con que hoy se pasa por encima y se olvida todo lo que se dijo y se pregonó ayer para llegar donde se llegó hoy, usufructuando el andamiaje democrático institucional que recuperó y restauró el pueblo tras las dictaduras militares. Se arrían banderas de defensa y preservación de derechos indígenas, de recursos naturales y del medio ambiente, por ejemplo, con total desparpajo. Los aliados que las prestaron no son ya útiles una vez conseguido el objetivo primario de legitimar y legalizar la llegada al Gobierno. No son siquiera cuantitativamente importantes, si de contar votos se trata. Por el contrario, la porfía en reivindicar sus derechos obstaculiza el control total del territorio y cuestiona el poder soberano desvinculado de límites institucionales.

Hay que avanzar pues, "quieran o no", con una carretera por medio

del TIPNIS para que el poder soberano controle el corazón mismo del territorio nacional. Desde esa óptica se entiende, también, el llamado oficial a que los medios de comunicación del Estado difundan sólo información del Gobierno. De hecho, ocurre desde siempre. El propio presidente reconoció, a principios de año, que lo único que informaban era sobre sus actividades, cuando recomendó una apertura mayor. Seis meses después, la Ministra encargada de cumplir esa tarea los convoca públicamente a militar políticamente en favor del Gobierno, a tono con una afirmación vicepresidencial de que los medios privados son de oposición.

Como si a estas alturas no fuera ya necesario cumplir con la obligación constitucional de garantizar libertades ciudadanas de información, opinión y expresión. Desde esa óptica, el análisis elemental de todos los proyectos y decisiones oficiales, como la adjudicación directa de grandes proyectos o compras millonarias, muestra hoy de manera descarada el ejercicio franco de un pretendido poder soberano que prescinde de controles y límites constitucionales bajo el mismo criterio de Luis XIV, que acuñó eso de "el poder soy yo".