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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Los hijos lejanos

Los hijos lejanos
Una encuesta de la relación de la inmigración y niños y jóvenes estudiantes, realizada por el Arzobispado de Cochabamba, produjo un resultado escandaloso.

Siete de cada diez alumnos, de colegios y escuelas encuestadas, tienen un familiar en el extranjero; la mayoría de éstos son padres o madres, o lo que se llamaba “jefe de familia”, según se infiere de la información difundida.

El problema social derivado de esta situación no se debe sólo por esa carencia, porque existe un número parecido de familias que nada tienen que ver con la emigración, que viven con uno de los padres ausentes, que la “ciencia” social las tilda de disfuncionales; ellas se han organizado para enfrentar la vida lo mejor posible, y muchas logran una buena educación de sus hijos, librados de la delincuencia y otras consecuencias negativas.

Lo que sí hace problemáticas a las familias de emigrantes son factores diferentes y muchas veces, artificiales.

Entre esos factores está una cierta obligación social por la que se entiende que sólo una familia tradicional -padre, madre, hijos, y otros- puede “producir” estudiantes y ciudadanos de prove-cho.

Pero, el elemento que más pesa para un desarrollo distorsionado de niños y jóvenes con los padres emigrantes es el dinero que les llega de sus sacrificados familiares en el extranjero. Deben ser muy pocas las familias que administran racionalmente esas remesasl, más bien tienen la tentación del despilfarro o de un consumismo compulsivo. También se sabe de miembros de familias enemistados por gastos y prioridades. Los receptores han renunciado a ganarse la vida y acostumbrado a sólo recibir este dinero “gratuito”. Todo esto crea una cultura de ocio bien financiado, con las consecuencias de la irresponsabilidad y el hedonismo.

Responsables familiares decidieron emigrar para buscar trabajo con el objetivo de ayudar y mejorar la situación de sus hijos y otros familiares; paradójicamente esta decisión significó el abandono y hasta la pérdida de sus familias.

Los años decisivos de relacionamiento entre miembros de una familia son irrecuperables, pero queda la esperanza en el retorno. La distancia es difícil de hacerla llevadera y muchas veces ocasiona rupturas definitivas.

En vez de formar un coro de lamentos por esta situación, es necesario un apoyo a niños y jóvenes para que sepan que su futuro no es fatalmente infeliz.